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Irán y Turquía proyectan un oleoducto hasta Italia

Tras la reciente visita del premier iraní, Musavi, a Turquía, especialistas turcos e iraníes están procediendo al estudio de rentabilidad de un oleoducto y un gasoducto que lleven combustible persa hasta Italia a través de Turquía y Grecia. Este proyecto resucita el antiguo plan occidental de competir con los carburantes soviéticos destinados a Europa a través de remesas argelinas e iraníes. El curso de la revolución islámica eclipsó el plan, que ahora recobra cuerpo.El importe de las obras rondará los 14.000 millones de dólares. El ministro iraní de Industria Pesada, Belizad Nabavi, ha desglosado los costes en unos 11.000 millones para el gasoducto y 3.000 para el oleoducto.

El primero tendría una capacidad de 50.000 millones de metros cúbicos al año. El oleoducto está previsto para un millón y medio de barriles diarios. También Siria nutriría parte de sus necesidades del gasoducto.

Irán tendrá que contribuir con unos 2.500 millones de dólares, cifra que podría ser menor si utilizara tubos propios en su tramo y se le aceptara parte del pago en oro negro y gas. Turquía y Grecia contribuirían con unos 4.000 millones de dólares cada uno.

Los primeros datos sobre el proyecto verán la luz, según el acuerdo turco-iraní, dentro de seis meses o un año, "cuando se vea el grado de rentabilidad técnica y económica", declaró el ministro iraní de Industria Pesada.

Turquía viene observando una cuidadosa neutralidad cara al conflicto Irak-Irán. El hecho de que Irak saca actualmente todas sus exportaciones por el oleoducto turco-iraquí existente, una vez clausurado el sirio, proporciona las premisas políticas necesarias al establecimiento de un oleoducto y un gasoducto turco-iraníes.

El plan se inserta en el incremento global del protagonismo económico turco en los países islámicos, observable desde el golpe militar de hace cinco años. En el año 1980, el valor de las exportaciones y grandes obras realizadas en Oriente Próximo por Turquía ascendía a unos 4.000 millones de dólares, contra 15.000 el año pasado.

Antes del golpe militar de 1980, el único país musulmán de la OTAN veía su norte exportador de bienes y fuerza laboral en la Europa occidental. Entonces se empezaron a incrementar los envíos de bienes y servicios de mano de obra cualificada hacia Oriente Próximo. Las remesas de emigrantes turcos y los ingresos por exportaciones destinadas a Oriente Próximo y países islámicos del área eran ya en 1981 de 9.000 millones de dólares, pasando a 12.500 en 1982 y a 14.000 en 1983.

Los bajos costes de la mano de obra turca y la cercanía de los mercados importadores, unido ello a una hábil reactivación del componente islámico de una Turquía oficialmente laica, hacen que este país compita favorablemente con japoneses y occidentales.

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