M. Cheng,
un refugiado político de origen chino, ha sido detenido en Ginebra por su desmesurado y silencioso amor hacia una compatriota suya que trabaja en una librería de la ciudad. La devoción de Cheng por la joven es tan intensa que todos los minutos libres que le proporcionaba su trabajo en un restaurante los ocupaba en contemplar a su amada. Y ha sido tanta insistencia la que ha provocado que se le someta a prisión preventiva. "La prisión no es la solución, pero allí puede reflexionar", ha dicho el presidente de la cámara acusatoria. Cheng, por su parte, ha declarado que volverá a la librería si recobra su libertad.
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