El esperanto de las imágenes
Con La escuadrilla Lafayette, inédita en España, acaba el sorprendente ciclo dedicado a William Wellman, un cineasta apresuradamente calificado de menor por el mero hecho de haberse movido casi siempre dentro de los límites del cine de género.Era, sin embargo, un gran narrador, seguro y conciso, que nunca perdía el control del relato. Son estos valores, que poco tienen que ver con los que tradicionalmente sirven para incorporar un director al Olimpo de los autores, los que hicieron la grandeza de Hollywood, de su lenguaje internacional, con todo lo bueno y lo malo que comporta el convertir un vehículo de expresión en el esperanto de las imágenes.
La escuadrilla Lafayette es una película a grandes rasgos autobiográfica, cuya acción transcurre durante la Primera Guerra Mundial, en el seno de una escuadrilla de aviadores norteamericanos que se unieron a las fuerzas aéreas francesas, en una trayectoria idéntica a la del propio Wellman que, si fue un pionero en el mundo del cine, también lo fue en el mundo de la aviación.
La escuadrilla Lafayette se emite hoy a las 21
35 horas por TVE-1, dentro del espacio Sesión de noche.
La película está interpretada por los que entonces eran unos casi debutantes: David Jensen, Tab Hunter y Clint Eastwood.
El filme está a medio camino entre el homenaje y la crónica aventurera y tiene un curioso tono ahistórico, probablemente porque el director, William Wellman, no se sentía muy cómodo con los nuevos vientos que soplaban en la industria cinematográfica mediados los años cincuenta.
Por eso, consciente o inconscientemente, la película se sitúa al margen de la obsesión naturalista aportada por la generación televisiva y prefiere entroncar con ese estilo narrativo que, recientemente, ha cautivado a los mozos de Plan, seducidos por Caravana de mujeres, ese insólito western recientemente emitido por TVE, en que Robert Taylor podía lucir todas sus cualidades de macarra soñado en un burdel metafórico.
Junto con los espléndidos filmes de Howard Hawks o el reciente de Philip Kaufman -Elegidos para la gloria-, este de Wellman figura en la antología de los dedicados al mundo de la aviación por razones mucho más poderosas que la superproducción de la época dedicada a glosar la figura de Charles Lyndberg, tan conscientemente edulcorada que ni el siempre espléndido James Stewart consiguió inyectar vitalidad al proyecto.
Claro es que no todo el mundo es ahora sensible al encanto del clasicismo del viejo Hollywood, ni todos los espectadores de hoy están dispuestos a dejarse llevar por los aires, de la mano de William Wellman y de sus vetustos biplanos...
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