¿Por un marxismo racionalmente egoísta?
El día 4 de diciembre leía en París la colaboración de Félix de Azúa, un artículo de alta agudeza mental: Por una democracia racionalmente egoísta. Casualmente, o quizá debido a la perspicacia de la dirección del diario, dicho artículo iba precedido y arropado por otro de Ramón Nieto, y de no menos enjundia periodística: Unesco, la desbandada, en el que aparece una frase lapidaria: "El maniqueísmo ideológico primario", es decir, una forma de entender el mundo en los dos clásicos bloques de los buenos y de los malos de nuestros cuentos de infancia, con la particularidad de que los buenos son los países del Este y los que se llaman no alineados, mientras que los malos son las democracias occidentales...En mi mente pugnaba por redu
esa antigua colonia hoy asociada a la metrópoli. Otros grupos parlamentarios habían propuesto el diálogo, la autonomía, la autodeterminación. En cambio, el corifeo comunista galo, igual que lo hiciera su homólogo aragonés, pedía la independencia. Creo que independencia es no depender de... Fue entonces cuando hallé la madre del cordero y logré sacar el hilo conductor de los dos artículos aludidos. Pero entonces me asaltó una pregunta: ¿por qué los portavoces comunistas se vuelcan generosamente por la libertad de los pueblos cuando se trata de Estados democráticos occidentales y no dicen ni esta boca es mía para los Estados orientales del Este, denominados eufemísticamente "repúblicas socialistas populares", como en el caso bien notorio de Polonia? ¿No es esto precisamente el "maniqueísmo ideológico primario" de François Blaser? En todo caso, yo pediría al penetrante y agudo Félix de Azúa, y se lo agradecería mucho, que se dignase también hacernos una reflexión en alta voz y nos la transmitiera con su bien cortada pluma en un artículo que podría llevar como encabezamiento: Por un marxismo racionalmente egoísta.-
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