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Los bancos quieren cobrar por los servicios que prestan

Los temores de pérdida de rentabilidad y 'que pague quien gaste', razones para esta decisión

Los grandes bancos nacionales han decidido en fecha reciente elevar el precio de distintos servicios que prestan a los clientes y por los que ya venían percibiendo unos ingresos en algunos casos. Las razones que aducen quienes quieren introducir de manera permanente el cobro de los servicios bancarios a los usuarios se justifican afirmando que deben soportar los costes aquellos que se benefician de dichos servicios. Hay otras razones reales detrás de la decisión, como la eliminación de un número importante de cuentas corrientes cuyos rendimientos son escasos.

El cobro de los servicios bancarios ha sido una de las principales líneas de división entre los grandes bancos españoles, al haber algunas instituciones que son decididas partidarias de implantar la repercusión de todos los costes en el precio de los servicios que prestan y aquellas que temen que una decisión de este tipo pueda significar un retroceso en su actual volumen de negocio.El hecho de que las cajas de ahorro, que controlan un tercio de los depósitos privados totales, se hayan mostrado siempre partidarias de no cobrar esos servicios, ha provocado que, hasta ahora al menos, cada banco haya seguido una política independiente, al margen de decisiones colectivas que, por otro lado, pueden entenderse como prácticas semimonopólicas.

No obstante estas reticencias, algunos servicios bancarios vienen cobrándose desde hace unos años, a pesar de protestas iniciales por parte de los usuarios. Los recibos telefónicos, los de las compañías de electricidad y algunos otros tienen un recargo para las sociedades que proporcionan este servicio, que, en opinión de los bancos, no cubre el coste real de efectuar el apunte automático en las cuentas corrientes donde se hallen domiciliados dichos recibos.

En la actualidad, la tarifa de estos recibos es de 16 pesetas, acordada en julio de 1983, y el plan establecido es subir a 20 pesetas en enero de 1985 e ir incrementando en dos pesetas al trimestre, hasta situar el cobro en 28 pesetas en enero de 1986. De todas formas, se señala en medios financieros, hay algunos bancos que, si bien cobran los recibos, posteriormente devuelven estas cantidades a las sociedades de electricidad por otras vías.

Uno de los temas en los que se ha visto más claramente la diferente concepción de los bancos a la hora de cobrar por los servicios prestados ha sido en lo referente a efectos, en los que en muchos casos no se han seguido las recomendaciones acordadas entre todos, y unos bancos han cobrado y otros no. Los efectos de rentabilidad global, figura en la que se incluían en un principio los de elevada cuantía y plazo de vencimiento no inferior a 60 días, se han convertido en la práctica en los más utilizados, reduciéndose los importes y los plazos de vencimiento. En muchos casos incluso se ha suprimido el cobro de la comisión por efecto, con lo que aquellos que lo han hecho no cubren de forma intencionada ni el coste administrativo del servicio prestado.

La propuesta unitaria decidida este mes, siguiendo las recomendaciones de la Administración de diferenciar claramente el coste del servicio de la remuneración de la inversión bancaria, es establecer un importe fijo por esos efectos que, por mayoría, queda en 200 pesetas por efecto. Al tiempo s considera necesario que los bancos cumplan el cobro de la comisión por efecto actualmente en vigor, y que es del 4 por 1.000 o del 7 por 1.000, según esté el papel domiciliado o no. En cualquier caso, este porcentaje no podrá ser nunca inferior a las 200 pesetas.

Coste de las cuentas

El mantenimiento de una cuenta corriente en vigor genera unos costes diferentes según los saldos me dios de dichas cuentas. Para el mantenimiento de estas cuentas de saldos medios pequeños existe en la actualidad una tarifa de cobro de 100 pesetas, siempre y cuando las cuentas corrientes no superen las 15.000 pesetas, y 5.000 pesetas en el caso de las cuentas de ahorro. A partir del próximo año se elevará hasta 150 pesetas la comisión semestral para cuentas corrientes, manteniendo el mismo, tope de saldo medio, y a 125 pesetas las de las cuentas de ahorro para saldos inferiores a 10.000 pesetas.La administración de las cuentas corrientes y el apunte de las distintas operaciones que se cargan contra dicha cuenta tienen en la actualidad establecido un coste de cinco pesetas por apunte, si el saldo medio es inferior a 50.000 pesetas, con la excepción de los 18 primeros, que no cobran. La propuesta a aplicar a partir del próximo año mantiene el saldo medio y eleva a 10 pesetas el cobro por apunte, reduciendo a 15 los que se formalizarán de manera gratuita.

En este tipo de decisión es donde más se nota el deseo de algunas instituciones financieras de eliminar de sus ficheros a un número relativamente elevado de cuentacorrentistas con unos saldos medios considerados como pequeños y que resultan costosos para los propios bancos.

El coste de utilización de los ordenadores, en los que se encuentran introducidos todas las cuentas corrientes, se reduciría de forma importante en la misma medida en que disminuyera el número de cuentas existentes.

Por ello, alguno de los más fervientes defensores del cobro por apunte señala que no le importaría en absoluto tener una cancelación de la mayoría de esas cuentas, porque lo que perdería por pasivo lo ahorraría con creces en costes de transformación. Y en este banco se considera prioritario rebajar dichos costes para mantener la rentabilidad.

Los bancos que se muestran más reacios al cobro de todos estos servicios señalan que, si bien es cierto que a largo plazo se en-, tiende que el usuario de los mismos debe ser el que soporte los costes de los mismos de cara a que todo esto no repercuta, como viene ocurriendo ahora en el precio del dinero, no parece que sea el momento adecuado, y mucho menos la forma en que se está decidiendo.

Para estos bancos lo que ocurre en realidad es que el ejercicio de 1985 puede representar el primer año en el que los bancos en su conjunto ganen menos dinero, en cifras absolutas, que en el ejercicio anterior, y que se trata de enmascarar introduciendo mayores ingresos por vías no bancarias típicas.

Pérdida de rentabilidad

El auge que determinados servicios bancarios han tenido ha venido de la mano de su carácter gratuito, que ahora, o hace algún tiempo, han empezado a perderlo. Las campañas de utilización masiva de las tarjetas de crédito, por ejemplo, inicialmente sin coste alguno para los usuarios, se resintieron cuando los bancos anunciaron que pasarían a cobrar su posesión. Fueron muchos los usuarios de tarjetas que se dieron de baja y, de hecho, se han frenado los intentos de subir de nuevo la cuota anual.Esta pérdida de rentabilidad del conjunto de los bancos, debida a la baja de tipos de interés en las operaciones activas y una menor presión al descenso en la remuneración de los pasivos bancarios, puede provocar el estrechamiento del margen financiero de forma más acusada a como lo ha venido haciendo hasta ahora. Se trataría de lograr, por la vía del cobro de los servicios, presentar una cuenta de resultados menos mala de la que se prevé para 1985.

Con el cobro o no de los servicios, ya que el acuerdo alcanzado lo es sólo de intenciones y ello implica que no todos los bancos vayan a ponerlo en marcha en la misma dirección y con la misma intensidad, se da un paso más en la diferenciación de las instituciones financieras, que hasta hace unos años han venido comportándose en realidad como si fueran una única firma y que ahora tienden a diferenciarse lo más posible.

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