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Guenter Max Paefgen

El ex representante del consorcio Flick es conocido en la República Federal de Alemania como "el amigo del marco fácil"

"Es frío como el hielo y no tiene amigos", dicen de él sus colaboradores. "Lo sabe todo, pero es callado como una tumba", comentó un diputado socialdemócrata ante una de sus declaraciones ante la comisión Flick del Parlamento federal alemán. Paefgen compareció la semana pasada ante la comisión del Congreso de los Diputados encargada de investigar la financiación de los partidos por su declaración en el Bundestag de la República Federal de Alemania de que había dado un millón de marcos en 1976 a la fundación socialdemócrata Friedrich Ebert para apoyar el socialismo democrático en España, Portugal y América Latina.

Unos le llaman el amigo del marco fácil, por su afán de convertir en metálico empresas del consorcio. Otros le apodan simplemente el torcido, irrespetuosa referencia a la postura inclinada que adopta con la cabeza para poder oír. Tras un accidente de caza, Guenter Max Paefgen, a sus 57 años, tiene problemas con el oído y tuerce la cabeza para entender lo que le dicen.Cuando el pasado mayo Paefgen declaró en Bonn ante la comisión Flick del Bundestag, tuvo que servirse de un extraño aparato auxiliar para entender las preguntas de los diputados. Un accidente de caza le dejó casi sordo. En su declaración, Paefgen dio a ratos la sensación de que más que un problema de acústica padecía un problema de comprensión intelectual. Paefgen no salía de su asombro de que los diputados le interrogasen sobre su donativo de un millón de marcos (unos 55 millones de pesetas al cambio actual) a la fundación Ebert. Él conoce la situación en España y Portugal, y los Gobiernos de González y Soares eran la mejor opción como demuestran los resultados que están a la vista de todos.

Esto lo decía un hombre que lleva más de 30 años al servicio del consorcio Flick, desde antes incluso de que el viejo Flick saliese de la cárcel, adonde el tribunal de Nuremberg le mandó por su cooperación en la guerra criminal de Hitler. Paefgen supo ganarse la confianza del heredero del consorcio, Friedrich Karl Flick, más conocido por sus iniciales FKF, que acababa de regresar de EE UU y nunca sentó la cabeza del todo. Les unían sus aficiones cinegéticas. Según el semanario Die Zeit, "hay pocos cotos de caza en el planeta que no hayan recorrido los dos. La colección de trofeos de Paefgen es tan numerosa, que no caben en su casa de Duesseldorf y llenan parte del chalé en España".

A pesar de su relación con el heredero del consorcio, Paefgen tuvo mala suerte con la herencia del viejo Flick. No se fiaba el viejo de la capacidad de su hijo Fkf y le puso como niñera al gigantesco y vital empresario Eberhard von Brauchitsch, rival de Paefgen en la cúspide del consorcio. Brauchitsch actuaba hacia fuera, salía en los periódicos y no perdía ocasión de mostrarse con los políticos, al mismo tiempo que enviaba notas internas a Fkf, en las que explicaba detalladamente cómo "cuidamos el paisaje de Bonn y confeccionamos trajes para caballeros", a base de sobres cargados de miles de marcos. Paefgen trabajaba en la sombra como una hormiga, pero no le faltaban contactos, como lo demuestra su presencia en la cabaña de caza de Flick en compañía del canciller Helmut Schmidt, el dueño del consorcio y los ministros de Hacienda, socialdemócratas, que tenían que decidir sobre la exención fiscal al consorcio Flick de 900 millones de marcos (50.000 millones de pesetas al cambio actual) por la venta de las acciones de la Dainiler Benz (Mercedes).

El conflicto con Brauchitsch al frente del consorcio era permanente y Paefgen optó por marcharse, pero con una indemnización de varios millones de marcos. Paefgen pasó a prestar sus servicios como asesor de inversiones a Horten, el multimillonario alemán que vive en Suiza tras la venta de su cadena de almacenes, y se permitió el lujo de dar un donativo de seis millones de marcos (335 millones de pesetas) hace un año, para sacar a los liberales (FDP) de la miseria.

Cuando estalló el escándalo Flick, de sobornos y donativos para cuidar el paisaje de Bonn, Fkf despidió a todo su equipo directivo. Paefgen, alejado ya Von Brauchitsch, vio llegada la hora de regresar al consorcio al que dedicó toda su vida, y se contrató como asesor con un sueldo anual de un millón de marcos (55 millones de pesetas) por un período de 10 años.

Ahora Paefgen casi nunca está en Dusseldorf. En su casa, su secretaria responde siempre "está de viaje". La distancia no le impide tomar decisiones. Según el semanario Der Spiegel, en su política de personal Paefgen apenas se fija en los largos años de experiencia de sus colaboradores y decide con arreglo a sus preferencias personales para terror de los que todavía quedan. A veces sólo da la orden "ese tío fuera". No se puede hacer nada en contra.

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