La capacidad de reacción del Valladolid impidió la victoria del Atlético
Valladolid y Atlético de Madrid ofrecieron el partido más vistoso que esta temporada se ha visto en Zorrilla. El Valladolid mostró una capacidad de reacción que nadie podía esperar, porque sus jugadores, con el 0-2, se pusieron nerviosos, no marcaron a sus pares y todo lo quisieron hacer deprisa y corriendo. No hubiera sido de extrañar que ahí el Atlético hubiese conseguido una mayor diferencia de la que ya tenía en el marcador.El Valladolid se transformó en unos momentos de inspiración. Consiguió lo que parecía más difícil, el gol, pero éste puede lograrse inesperadamente, a consecuencia de una jugada cualquiera. A partir de entonces, y con el descanso entre medias, supo centrarse y hacer todo lo que antes no había sido capaz. Irse al descanso con 1-2 es muy distinto de irse con 0-3, como a punto estuvo de llegar a producirse. El llamado gol psicológico -el que se consigue segundos antes del descanso, cuando el marcador es adverso- fue la causa de esa transformación en el juego local.
El Valladolid tiró por primera vez a puerta en el minuto 34, lo que refleja lo que es la trayectoria del Valladolid en su campo. Pero ese defecto, junto al de descuidar las espaldas en defensa, desapareció con la reacción tras el primer gol que marcó. El segundo llegó nada más empezar la segunda parte y a partir de ahí llegó lo bonito. El Atlético y el Valladolid, en un ritmo de juego poco común, se deshicieron en el empeño de destruir juego y jugaron como si de una final europea se tratase: contragolpe de uno, contragolpe del otro; oportunidad de uno, oportunidad del otro. Los espectadores de Zorrilla no salían de su asombro, acostumbrados a ver bodrios como los que en el fútbol español, y sobre todo en Zorrilla, se están viendo este año.
El Atlético demostró ser un equipo serio, sobre todo en la primera parte, en la que llegó a bordar el fútbol. Muchos vallisoletanos se mostraron nostálgicos al ver a un Landábaru en director, como en su día lo fuera en tierras del Pisuerga. Votava subía por la banda y abría los huecos que quería. Hugo Sánchez se iba todas las veces de Richard y Julio Prieto y Quique mandaban en el centro. El Valladolid no se enteraba. Hasta que llegó la reacción. No es que el Atlético bajase el ritmo y la calidad del juego, sino que el Valladolid se entonó. Y al final pudo pasar de todo porque cualquiera pudo ganar.
Al Valladolid le llaman el rey del empate. Esta temporada, con el partido de ayer, ya suma ocho encuentros en los que ni ha perdido ni ha ganado. El Valladolid empata con el que sea, aunque la mayoría de las igualadas las ha conseguido contra los equipos fuertes de la clasificación para luego perder en casa contra el Elche o el Osasuna. Lo que ocurre es que cuando empataba fuera lo .hacía jugando bien y cuando empataba o perdía en casa lo hacía jugando de desastre. Pero la cosa cambió ayer. Pese al empate, el Valladolid ofreció espectáculo porque supo reaccionar.
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