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Reportaje:

Una cárcel donde hay motivos para sonreír

Alcalá-Meco, una experiencia distinta para rehabilitar a reclusos jóvenes

Rocío García

La nueva prisión, situada en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, a escasos metros de la cárcel de Alcalá-Meco, alberga en la actualidad a 72 jóvenes, llegados al centro el pasado día 22. La mayoría de ellos procedía de la prisión de Alcalá de Henares. Este nuevo establecimiento penitenciario, que cuenta con los más modernos elementos técnicos y arquitectónicos, está concebido como un centro experimental dentro del panorama de prisiones en España.

Los internos ocupan dos módulos de los seis con que cuenta el nuevo centro. Uno de los módulos abiertos está ocupado por 11 jóvenes, que provienen de la llamada unidad experimental que funcionaba en la prisión de Alcalá de Henares. Para ingresar en este centro hay que tener menos de 25 años, encontrarse en situación de penados (2º grado) y llevar por lo menos un año sin sanciones. El centro ha contratado a algunas personas para dirigir los distintos talleres que funcionan en la prisión -manipulado de carpetas, panadería, cerámica, música-, así como dos profesoras de EGB para impartir clases de cultura general.

Mercedes Jabardo, la directora del centro, de 48 años, se muestra muy esperanzada con esta experiencia: "Nosotros queremos apoyarnos en el diálogo, en la participaión activa de los internos y, pasado un necesario período de toma de contacto, la responsabilidad de los presos en todos los terrenos se irá incrementando".

"Estoy alucinado"

"Mi impresión al llegar a esta prisión fue casi indescriptible, el cambio ha sido abismal, de ver una prisión tétrica, no ver el cielo, a ver algo de verde, a ver estas instalaciones que motivan incluso a la sonrisa", afirma Manuel Palomo Piqueras, de 23 años. El poeta del centro, como se conoce a Manuel Palomo, tiene una condena de 18 años por un delito de robo y lleva cumplidos casi cinco en las prisiones de Vigo, Ocaña 1 y en los talleres penitenciarios de Alcalá de Henares. Palomo y varios compañeros están aprendiendo a trabajar el barro y ya han realizado vasijas y otros elementos de cerámica.Fue Manuel Palomo el que, en nombre de sus compañeros, leyó unas palabras en el acto de inauguración del centro, en presencia del ministro de Justicia, Fernando Ledesma, y en las que afirmó que "vamos a ser testigos de una nueva era, de una nueva concepción del sistema penitenciario. El aislamiento y la represión no es una solución válida para la delincuencia. Es necesaria la búsqueda de soluciones por medio de cauces sociológicos y humanitarios. Nosotros debemos asumir que en nuestras manos tenemos la manera de acabar con los centros anteriores, que no conducen más que a la marginación social".

David Manuel, de 21 años, pela patatas varias horas al día. Es uno de los mozos de la cocina de la prisión. David afirma que lo único que "puedo decir es que en la cárcel de la que yo vengo, la de Alcalá de Henares, no se podía vivir, y aquí por lo menos nos tratan como personas y no como animales". Otro interno, José Luis Gordillo Rodrigo, de 22 años, condenado a cuatro años por un delito de robo por intimidación, afirma que está "alucinado". "Si la reinserción social se puede conseguir en algún sitio es aquí, y no en centros como Carabanchel o El Puerto de Santa María. He encontrado en este centro una preocupación por las personas", añade.

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"Quién me iba a decir a mí que después de cuatro años me iba a encontrar con esto", dice Rafael Martínez, de 22 años y condenado a nueve por robo con intimidación. "Tal vez si a mí me hubieran ofrecido esto hace cuatro años, hoy no me encontraría aquí. Lo único que he hecho en las otras prisiones donde he estado ha sido aprender odio y maldad", dice Rafael, quien se muestra entusiasmado con la idea del centro; "al fin y al cabo, si esto no funciona, los más perjudicados vamos a ser nosotros, porque los funcionarios y los cuerpos técnicos salen a la calle, están en libertad, y nosotros tenemos que quedarnos aquí dentro". Y lo afirma mientras pasea tranquilamente por el jardín del centro, dotado con césped, piscinas y árboles.

El trato especial que reciben de la dirección es uno de los comentarios habituales en las conversaciones de los internos, quienes se encuentran un poco sorprendidos por los paseos diarios de la directora por el interior del centro y las asambleas espontáneas que mantienen con ella. "Aquí se respeta la dignidad de las personas", afirma uno de los internos. "Es la primera cárcel en la que he visto que la directora te hable de tú y se pasee entre nosotros".

No todo es de color de rosa

Pero no todo es de color de rosa. La queja de los internos hacia una parte de los funcionarios es compartida por muchos. "Yo diría que una grari parte de los funcionarios", señala Manuel Palomo, "está concienciada de que el centro es especial, de que el trato no debe ser como en el resto de los centros, pero existe un colectivo de funcionarios que parece que no están de acuerdo con este nuevo tratamiento a los internos y que se sienten marginados. No quieren asumir las responsabilidades que deben asumir". Un interno que no quiso dar su nombre se negó repetidas veces a ahondar en este tema por miedo a represalias. "Si saliera en libertad mañana, lo contaría todo", afirmó.Los jóvenes internos son conscientes del privilegio que ellos están viviendo en relación al resto de la población reclusa y piden la apertura de nuevos centros "como éste", para que ellos no sean los únicos. "Somos una parte muy pequeña de los hombres que se encuentran en prisión, y sigue habiendo 20.000 personas que están sufriendo y se están hundiendo y que así no pueden rehabilitarse; lo único que hacen es acumular más y más odio", afirma José Luis Gordillo. Manuel Palomo Piqueras concluye: "Miles de compañeros están pasando situaciones muy críticas, y la única salida que tienen es el traslado a centros como éste o el saltar los muros de la prisión".

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