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La oposición intenta aprovechar la debilidad de Gandhi

ENVIADO ESPECIALLos partidos políticos de la oposición en la India intentan rápidamente un tipo de acuerdo que les evite la catástrofe electoral que todos vaticinan en los comicios generales que han de celebrarse a comienzos de 1985, cuestionando todavía la legalidad del nombramiento, por el presidente Zail Singh, de Rajiv Gandhi como primer ministro tras el asesinato de su madre Indira.

Un año de conversaciones no ha conseguido ningún progreso sustancial y sí una caída en picado de la credibilidad política de los grupos y subgrupos que intentan disputar el poder al Partido del Congreso de Indira Gandhi.

Fragmentación y debilidad son las dos características fundamentales de la oposición en la India.

Rajiv Gandhi concentra sus esfuerzos estos días en obtener un apoyo sin fisuras a su persona por parte de los santones del Partido del Congreso (1),que tiene dos tercios de los escaños del Parlamento.

El primer ministro, aunque el más poderoso, es sólo uno de los siete secretarios generales del PC (I) y su partido no ha decidido todavía si otorgarle o no plenos poderes de control y organización ante las próximas elecciones.

El hijo mayor de la primera ministra asesinada -40 años, inexperto y llegado accidentalmente a la jefatura de un inmenso Estado- tiene a su favor, sin embargo, el carisma único que le otorga ser un Gandhi en un país donde la política no se maneja con conceptos de derecha o izquierda, sino con nombres, apellidos e influencias locales.

El Estado de la India ha sido definida, justamente, como una monarquía democrática y Rajiv Gandhi es hoy por hoy su príncipe, con la ventaja adicional de que el PC (1) es el único partido de proyección nacional.

La súbita desaparición de Indira Gandhi ha dado un brusco giro al escenario político, sobre todo en la medida en que un conglomerado de partidos opositores que carecían de toda esperanza electoral intenta ahora, a toda máquina, sacar provecho de la debilidad de su heredero.

Así, se suceden las reuniones de los líderes de las nueve formaciones principales que se oponen al PC (I) para intentar, hasta ahora en vano, la formación de una plataforma coherente.

El personaje clave de esta complicada maquinaria es un hombre de 81 años, Charan Singh, que fue primer ministro en el Gobierno Janata, entre 1977 y 1979.

Singh, con una base política relativamente importante en el Norte rural, ha creado un partido para los intocables (la más baja de la castas indias), los trabajadores y los campesinos.

La nueva formación, denominada Dalit Mazdoor Kissan, tiene días de vida y ha sido pensada por Charan -tránsfuga político él mismo, como la mayoría de los restantes líderes- para liquidar las conversaciones en marcha con vistas a la fusión entre su propio partido, el Lok Dal, y el nacionalista Janata.

El dalit Mazdoor Kissan, que se reclama sucesor de las tesis de Gandhi sobre las ventajas de la industrialización rural en pequeña escala, frente al punto de vista gubernamental de industrialización total, se ha convertido probablemente en el mayor grupo opositor, con cerca de 40 escaños en una Cámara de 544 miembros.

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