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François Xavier Amhert,

sustituye un ejemplo helvético de laboriosidad y aprovechamiento del tiempo que cumple todos los rigores del tópico. Ordenado sacerdote el 17 de junio último durante la visita a Sion (Suiza) de Juan Pablo II, el padre Amherdt celebró este domingo su primera misa, pero ha decidido no renunciar a su anterior profesión, la de árbitro de fútbol. De esta manera los habitantes de Sion tendrán la oportunidad de recriminar y silbar a su joven párroco cuando desempeñe sus funciones de arbitraje, pero el clérigo tendrá la sartén por el mango cuando se encuentre en el púlpito, desde donde podrá imponer su palabra sin que nadie le rechiste. La afluencia de fieles a la primera misa del sacerdote fue notable, aunque no parece que la dignidad del cargo les haga reprimir sus iras cuando el padre Amhert vista pantalón corto y trate de imponerse en el campo de fútbol. La versatilidad del clérigo suizo no ha sorprendido, sin embargo, a sus conciudadanos. Dirige, además, un grupo instrumental de música clásica y ha obtenido el premio de cuentos que otorga la sociedad de escritores del cantón de Valais.

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