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Angustiosa derrota del Cajamadrid

Luis Gómez

Ganas se les suponía a los jugadores del Cajamadrid. Y voluntad a raudales. Pero qué angustia pasaron 3.000 personas enlatadas en un pabellón harto pequeño y escasamente acondicionado. Aparte de angustia, hubo calor, por lo que el público salió del recinto tremendamente sofocado.El Cajamadrid está predestinado a perder con el Real Madrid por diferencia notoria y no importa que los norteamericanos de hoy fueran diferentes a los de ayer. Que el equipo se presentara en la cancha teóricamente diezmado o tocado en varios de sus elementos no puede servir de excusa a lo que se vio en la cancha. Jugó muy mal el Cajamadrid, pero tan rematadamente mal que el Real Madrid se contagió y, así, no se vio otra cosa que errores en el pase, rebotes de muy diferente pelaje, lanzamientos de ahí va eso, zancadas marrulleras y saltos en el aire, más que nada, para figurar.

El Real Madrid se limitó a esperar, durante unos minutos, que esos vaivenes no fueran. con él y asegurarse más de 15 tantos de ventaja que le permitieran afrontar con claridad su primera victoria.

Los comienzos fueron espectaculares. A falta de seis minutos para el descanso, el marcador señalaba empate a 19. Tan corto resultado hacía pensar en un partido de otra época o en juego de colegio. Más bien era lo segundo, a excepción de Robinson y Martín, que se permitían acciones ortodoxas. Hubo lanzamientos que no rozaron el aro y caos general. Un caos que, sin embargo, parecía perjudicar al Real Madrid a la vista de que Martín se lanzaba hacia su cuarta personal.

Unas indicaciones de Lolo Sáinz atenuaron el asunto para que al descanso se llegara con 30-36 favorable al conjunto madridista. La angustia era menor, aunque sí había emoción. La angustia de verdad llegó en la segunda parte.

En el descanso, uno de los colegiados se sintió lesionado. Hubo pequeña interrupción, pero su dolencia no se agravó. Comenzó la reanudación. con todos los protagonistas listos, menos los del Cajamadrid, quienes hay que sospechar que, en el fondo, debían de estar preparados para otra cosa.

Dos partidos

En este período, hubo idos partidos. El que jugó el Real Madrid en cinco minutos: con la intención de meter canastas, hizo 18 tantos. Otro, de signo distinto, fue el que jugó el Cajamadrid en otra canasta y contra sí mismo, razón por la que hizo sólo 6 tantos.

Se resolvió el encuentro a la hora de conocer el nombre del vencedor, pero no la emoción ni, por tanto, la angustia por comprobar cuántos asaltos a la canasta eran, necesarios para que el conjunto local consiguiera realizar, al fin y al cabo, un enceste.

Una jugada clave significó la desproporción, de todos los moldes conocidos para la Primera División. En un espacio teórico de dos metros cuadrados alrededor del aro, tres jugadores locales, sin excesiva oposición, fallaron cinco lanzamientos consecutivos y no consiguieron los tantos ni tan siquiera forzar una solitaria personal.

Más tarde, sufrieron hasta para dar un pase en condiciones que no fuera por el sistema elemental de la transmisión mano a mano.

La angustia aumentó el calor ambiental y el público, a pesar de la diferencia clara de 18 tantos, se sintió tremendamente sofocado a la salida.

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