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Entrevista:

Jon Woronoff: "Japón se precipita hacia una crisis inevitable"

Pregunta. Se puede decir que sus libros son la antítesis perfecta a las teorías optimistas de Ezra F. Voguel, autor del best-seller, Japón, el nº 1, el cual presentó el milagro como el modelo social y económico, para los años ochenta. Voguel pretendía aleccionar específicamente al público estadounidense. En su caso, ¿quiénes son sus lectores?Respuesta. Primero apunto al creciente número de extranjeros que viven y trabajan en Japón. Quiero aclarar que yo me propongo mostrar una imagen más realista y crítica de Japón, algo que no sería necesario en otros países, pero sí en Japón, pues sobre Japón no se escriben este tipo de libros. Otros lectores a quienes quiero llegar, son precisamente esas personas como Voguel, que aconsejan copiar tales o cuales aspectos de Japón, pues quienquiera que siga esos consejos va a estar en serias dificultades, ya que lo que esos libros dicen no está muy cerca de la realidad y muchas veces tampoco pretenden estarlo. Y, finalmente, los japoneses, pues no quiero hablar a espaldas de los japoneses y decir a Occidente que en Japón se están cometiendo errores. Mis libros han sido traducidos al japonés y se han vendido unas 80.000 copias. Ahora, hasta dónde están afectados mis libros no podría decirlo; sé que muchos japoneses están de acuerdo conmigo, con mis críticas, y que se están sucediendo algunos cambios, pero no sé hasta dónde llegará.

P. A pesar de que la recesión y los conflictos internacionales han hecho disminuir las exportaciones japonesas, perdura la ilusión de que Japón posee una economía milagrosa. ¿Cuál es la situación actual del milagro japonés?

R. El milagro económico japonés terminó hace 10 años. Hay gente que se pregunta si Japón empezará a tener dificultades en el futuro: yo creo que es simplemente ridículo. Japón hoy mismo está hasta el cuello de serias dificultades. El crecimiento económico cesó en los setenta, tras la crisis del petróleo; el índice de crecimiento entonces era del 10% anual, hoy es del 4% alto comparado con Europa y EE UU, pero bajo comparado con el 10% o el12% al que estaban acostumbrados. Durante estos últimos ocho años, Japón ha tenido un enorme déficit financiero, del cual un 25% a un 30% ha sido cubierto con bonos del Estado; yo no sé de otro país que cubra de esta manera parte de su presupuesto como déficit.

El yen está fortaleciéndose y es algo que se esperaba desde hace mucho pues Japón continúa exportando más, y EE UU continúa importando más, a su vez, de Japón. Pero aquello va a hacer que los exportadores japoneses pierdan competitividad, y a medida que disminuya la receptividad de los bienes japoneses, muchas de sus compañías caerán en bancarrota. Otro de los aspectos en que Japón ha sido tradicionalmente débil es en la Seguridad Social. Para comienzos del siglo XXI Japón tendrá el porcentaje mundial más alto de ancianos (que vivirán de la Seguridad Social), pero Japón no ha determinado un presupuesto para la Seguridad. Social; la gente, el individuo, ahorra mucho, y estos ahorros han mantenido la economía hasta ahora, pero en otros 20 años ellos tendrán que echar mano de esos ahorros, porque no hay dinero para su Seguridad Social, y entonces la economía no tendrá los fondos necesarios para seguir creciendo. En general, sólo encuentro razones para ser pesimista.

P. Japón lleva la delantera en la robotización masiva de sus plantas industriales. ¿Cómo afecta la robótica las cifras de desempleo?

R. Se podría pensar que en Japón, con su sistema de empleo vitalicio, la robotización no traerá desempleo; si el robot desplaza a un empleado, se le asigna a éste una nueva tarea, y solucionado el problema. Pero lo que sucede así es que se está bloqueando el reclutamiento de nuevo personal; cada año decrece el número de nuevos empleos y se llega igual a crear desempleo. Luego está la estructura de las fábricas japonesas, en realidad ensambladoras que dependen de casas subcontratadas para producir el 60% de sus partes. En esas fábricas, el trabajo de pintura de coches, por ejemplo, que es un trabajo desagradable, la efectúan los subcontratados y no los empleados de la empresa. Si se introducen los robots pintores, la compañía simplemente se deshace de los subcontratados, y así no se éstá evitando el desempleo.

P. ¿Pueden hacer algo los sindicatos para evitarlo?

R. El problema es que los sindicatos japoneses no son sindicatos totales para una industria o un comercio determinado, son sindicatos que funcionan exclusivamente para la empresa y se preocupan solamente de los empleados de tiempo completo. No les interesan para nada los subcontratados y, para ser francos, a los sindicatos japoneses les importan un comino las mujeres. La gran compañía firma un acuerdo con su sindicato de no despedir a ninguno de sus obreros, se deshace de los subcontratados y obliga a las mujeres a renunciar. Más que, sindicatos son socios de las empresas.

P. Es decir, que el índice de desempleo en Japón se verá seriamente afectado.

R. Sobre esto tengo un capítulo entero en Los trabajadores desperdiciados de Japón. Quiero enfatizar que en la actualidad hay más desempleo en Japón del que señalan los japoneses; según las cifras oficiales, el desempleo es sólo del 2,6%, un índice bajo, pero debemos recordar que es dos veces el índice de Japón durante su boom económico. Pero lo más importante es que las estadísticas oficiales se basan en una definición diferente del desempleo; en Japón, cualquier persona que esté trabajando al menos una hora a la semana en el momento de realizarse las encuestas es considerada empleada.

En Occidente, los estudiantes que han salido de la escuela y están buscando trabajo son considerados deseñipleados; en Japón,.no; si usted está cobrando seguro de desempleo, usted es contabilizado como desempleado, no así en Japón. Calculo que el desempleo en Japón es al menos dos veces la cifra oficial, o sea, un 5%, con posibilidades de ser tres veces esa cifra, es decir, un 6% o un 7%, sin perspectivas de mejora.

P. La expresión trabajadores desperdiciados está ya filtrándose en la terminología socioeconómica que habla de Japón. Usted, como autor de tal calificativo, ¿podría explicarnos quiénes son aquellos desperdiciados?

R. Déjeme explicar primero quiénes son los buenos trabajadores de Japón. Los mejores son los trabajadores de cuello azul, los obreros; ellos son eficientes, se preocupan del control de calidad, incrementan la productividad y hacen buenas sugerencias a la empresa. Pero los trabajadores de cuello blanco, los, oficinistas, son desorganizados, ineficientes, efectúan trabajos repetitivos, innecesarios, y, para ser franco, son perezosos; basta entrar en cualquier oficina de esta ciudad para ver que muchos de ellos están leyendo los periódicos o folletos de viajes en vez de estar trabajando.

Ellos son la primera categoría de trabajadores desperdiciados. Los segundos están en la agricultura; los agricultores podrán trabajar duro, pero el precio del arroz es tres veces el del mercado internacional; lo mismo para las frutas, las verduras y la carne. La distribución de los bienes, las ventas al por mayor y al detall tienen también un excedente tremendo de personal que no se justifica, pues no se ve la eficacia.

Y tercero, las mujeres. Sin importar en qué sitio o en qué trabajo, la mujer en Japón está tremendamente subestimada. Las mujeres tienen el mismo nivel educativo que los hombres y podrían competir y superar al hombre en muchos aspectos, pero el machismo de la sociedad japonesa no permite que las mujeres desarrollen sus carreras y puedan contribuir directamente a la economía. Después de cuatro o cinco años de trabajo en una empresa, las mujeres se ven forzadas a renunciar. Japón, como miembro de la OIT, quiere adaptar una legislación igualitaria para la mujer, algo que ha estado tratando sin leyes por muchos años, pero los empresarios simplemente se niegan a dar trato igualitario a la mujer, no creo entonces que acepten la presión legal.

P. Mucho del éxito económico japonés se ha atribuido a lo singular de su cultura. ¿Qué importancia ha tenido el legado cultural?

R. Ha sido muy importante, pero, más que la cultura en sí, existe una cuestión de poder, porque cuando la estructura de poder ha exigido cambios, la cultura ha cambiado. Por ejemplo, el sistema de empleo vitalicio es algo que no existía en Japón antes de la segunda guerra; los administradores han decidido que querían tal sistema y han buscado las raíces culturales apropiadas para implantarlo. Pero en Japón, como en todas partes del, mundo, existen raíces culturales para todo; hay raíces culturales para la armonía y también para el conflicto; así como hay raíces para la sumisión, también las hay para el valor. Repito, es más una cuestión de poder.

P. ¿Qué cambios se detectan en la sociedad japonesa actual?

R. Ciertamente, la economía japonesa es más liberal, y el nivel de vida de la gente es más alto que antes; pero Japón sigue determinado por su respeto a la antigüedad. La generación que luchó en la guerra y construyó la economía considera a los jóvenes de hoy como una generación desalentada, desprovista de toda emoción. Hoy se esta hablando mucho de que una nueva generación va a tomar el poder; esa nueva generación son personas sobre los 60 años ... ;cuando lleguen al poder estarán en los 70, el promedio de edad para los primeros ministros japoneses. En Japón no existe, como en Occidente, un diálogo de generaciones, ya que estamos ante una sociedad que evita a toda costa los conflictos.

P. Finalmente, ¿cuáles son las lecciones que puede aprender Occidente de Japón?

R. Ninguna en el orden social, ninguna en el orden económico, una sola en el campo administrativo: cómo administrar una fábrica. Los círculos de control de calidad, el incremento de la productividad, la motivación de los empleados son dignos de introducirse en los países de Occidente. Luego, la actitud, el sentimiento de igualitarismo que se respira en las fábricas japonesas y que mejora las relaciones de los trabajadores y la administración.

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