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Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

Domingo Ramón corrió con miedo y perdió su ocasión

Domingo Ramón lo reconocía nada más acabar la prueba: "He perdido la gran oportunidad de mi vida. Se ha corrido al ritmo que yo quería, he acabado fortísimo y no he sido capaz de mejorar mi cuarto puesto de Moscú". Domingo Ramón tuvo miedo a triunfar. Y se te fue la carrera cuando tenía que haber dado la cara, entre los 1.000 y los 2.000 metros. Es uno de los grandes especialistas en 3.000 obstáculos, como lo ha vuelto a demostrar. Pero no ha nacido para campeón. Todavía no tiene la mentalidad necesaria, pese a su amplísima experiencia. En él predomina el conformismo: "He cumplido al quedar entre los seis primeros, que era lo previsto". La sorprendente victoria fue para el keniata Korir, que venció en toda la línea al norteamericano Marsh.

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El relevo español, mejor que el de Mozambique

Domingo Ramón debutó, con 20 años, en los Campeonatos Europeos de Praga, en 1978. Dos años después, en los Juegos Olímpicos de Moscú, fue cuarto, mejorando la clasificación que había conseguido Campos en Montreal. El relevo estaba asegurado. En 1982 ganó la medalla de bronce en los Europeos de Atenas, y al año siguiente volvió a entrar en una gran final, la de los Mundiales de Helsinki, donde apenas nada pudo hacer por estar lesionado.La del viernes fue su cuarta gran final. Estaba como nunca de forma. Sólo le faltaba la confianza de no haber mejorado aún su marca de Moscú, 8.15.74, que todavía permanece como récord de España. Pero eso lo tenía que lograr en la final de Los Ángeles, porque estaba preparado para ello. Consecuentemente, vendría la medalla.

A Domingo Ramón le faltó el viernes algo de lo que han carecido los atletas españoles durante muchos años, el querer triunfar ante los mejores del mundo, sin creerse inferior a ellos. Su clasificación fue magnífica, pero pudo haberla. mejorado.

El miedo que tenía en el cuerpo le impidió reaccionar a mitad de carrera. Sólo cuando tenía todo perdido sus piernas se liberaron del lastre, y en la última vuelta pasó del noveno puesto al sexto. Acabó fresco como nunca. En semifinales ganó con, 8.19 aún con menor esfuerzo. Corriendo a muerte no era posible que en la final sólo rebajara dos segundos, lo que supone aumentar el ritmo solamente 25 centésimas por vuelta.

Domingo Ramón quería un ritmo de 2.47 minutos por kilómetro. Y lo tuvo, porque Renner cogió el relevo a Baccouche. Corrió fenomenal los 1.000'primeros metros, en el grupo de cabeza y atento a cualquier ataque. Mahmoud y Marsh, que se había caído en el calentamiento al saltar una valla y luego acabó en camilla, agotado por el esfuerzo, comenzaron a ascender a las primeras posiciones, porque la final llevaba un ritmo endiablado y quedarse descolgado supondría unos metros insalvables.

Domingo Ramón, en cambio, cedió en el esfuerzo. "No sé qué pasó, pero la realidad es que me di cuenta de que me iban pasando, no sé - ni quiénes eran, y me vi al final del pelotón". Cuando despertó,. al paso por los 2.000. metros, era noveno, a considerable distancia de la cabeza. No quiso recuperar todavía el terreno cedido, por miedo a quedarse sin fuerzas en la última vuelta, cuando se veía que la mayoría de los hombres de cabeza iban. a pagar la osadía de ir tan rápidos. Penúltimo paso por la ría, y Domingo Ramón todavía se lo pensaba. Unicamente no dudó cuando oyó la campaña. Y ofreció una, exhibición inútil. De ser noveno a ser sexto, cuando realmente se vale el ser medalla, no representa una mejora importante.

Durante la celebración de esta final, un espectador saltó a la pista, se cayó en la ría, saltó un obstáculo, tardó en ser detenido por las fuerzas de seguridad y, cuando iba escoltado por la grada, derribó a un agente, volvió a la pista, saltó otro obstáculo y ya con mayor contundencia fue conducido por las dependencias del estadio. Los atletas no advirtieron el incidente, al suceder a sus espaldas.

El escándalo de 4x400

La jornada fue bastante triste para los norteamericanos. Marsh no fue ni tercero, en disco masculino no fueron oro, tampoco en altura femenina, y la Decker se cayó. Los jueces salvaron la última papeleta del día al rechazar, sin argumentos, la reclamación del equipo de la RFA de relevos 4X400 metros.

El relevo de Estados Unidos realizó el mejor tiempo de las semifinales, con 3.00.19; pero en el segundo relevo Sunder Nix se cambió de la calle 2 a la 1, durante varios metros, invadiendo la de los ingleses. Al final de la prueba protestaron los alemanes, que habían quedado eliminados, pero los jueces no estimaron pertinentes los argumentos.

En algunas competiciones locales, se suele permitir que la carrera sea libre a partir de la primera vuelta. Lo del sábado no era una carrera local, sino la de unos Juegos Olímpicos con unas normas muy claras. De nada valieron. La decisión fue favorable a los nortemericanos. De nada valieron los vídeos ni su televisión, la ABC.

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