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Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

Díaz Miguel: "Tal vez no volvamos a vivir este hecho"

J. M. M. F., "Es un sueño. Tal vez no volvamos a vivir un hecho así". Antonio Díaz Miguel, seleccionador español de baloncesto, estaba ayer eufórico tras derrotar a Yugoslavia (74-61) en la primera semifinal del torneo olímpico de baloncesto y adjudicarse, por lo menos, la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. España se enfrentará a Estados Unidos en la madrugada del sábado (4.00 horas de la madrugada, TVE-1), que derrotó a Canadá (78-59) en la segunda semifinal. Díaz Miguel, que aseguró estar recibiendo multitud de cartas desde España, "por el buen papel que estamos haciendo", comentó graciosamente que "todos aquí somos conscientes de que millones de españoles están perdiendo horas de sueño por nosotros. Suerte que estamos en agosto, porque, entre las horas que pierden viendo los partidos y los comentarios que hacen después, deben llegar a sus oficinas totalmente dormidos. Estoy seguro que esta medalla de plata y que su equipo dispute la gran final le hará olvidar, durante algunos días, al señor Boyer, a Hacienda".

Todos le preguntaban a quién dedicaba el triunfo. Él no sabía qué decir, y, entre varias dedicatorias, escogió ésta: "Esta victoria se la dedico especialmente a aquellos entrenadores modestos, de equipos de pueblo, de equipos infantiles, de colegios, porque ellos son quienes descubren los nuevos talentos que acaban en el equipo nacional". Minutos después, los jugadores pedirían a la agencia Efe que transmitiera un telegrama a todos sus abonados en el que, más o menos, dijeran que "los jugadores, técnicos y directivos de la selección dedicamos la medalla de plata a los españoles que madrugan, trasnochan e incluso no duermen para poder ver nuestros partidos".Son momentos de gloria gana dos a pulso. "Es el triunfo de la experiencia", explicaba el seleccionador; "supimos adquirir ventaja y, lo que es más importante, hemos sido serios en el momento de conservar esa diferencia. Al final demostramos al público norte americano que un pequeño país de Europa, España, era capaz de practicar un buen baloncesto"

Tenía ganas de hablar. "Todo el mundo piensa que EE UU va a obtener una victoria muy fácil en la final de mañana. Nosotros pensamos todo lo contrario". Alguien le pide explicaciones en torno a su triunfo ante Yugoslavia, le preguntan por Romay. "Ha sido muy decisivo, porque ha intimidado a los rivales bajo el tablero, ha salido a tapar los tiros de fuera y ha cogido muchos rebotes. Desde el momento en que hemos dominado nuestro aro hemos jugado bien".

Y ahora, EE UU

Y ahora, Estados Unidos. "Sí, ahora Estados Unidos. No podemos mentir, no podemos engañar al aficionado: es el equipo más grande del torneo, juega en casa y saldrá a ganar desde el primer segundo. Pero, bueno, hasta el final nunca se sabe. También nos daban como perdedores ante Yugoslavia, y miren, ganamos por 13 puntos. Esto del baloncesto se ha puesto muy difícil. En otra época, esta medalla de plata nos hubiera significado la clasificación directa para los siguientes Juegos. Pero no, a Seúl irán dos equipos asiáticos, dos africanos y sólo tres europeos. Tendremos que seguir luchando por una de esas plazas".

Díaz Miguel comenta, mientras esboza una amplia sonrisa, que, "a partir de este momento, todo lo que venga será un regalo. Vamos a esperar, vamos a gozar un poco de esta plata y a preparar el partido ante EE UU lo más inteligentemente posible". ¿Usted cree que el equipo se relajará después de haberse asegurado la plata? "Llevamos cuatro meses de concentración", es la cabeza de Romay la que surge, de pronto, y contesta la pregunta, "cuatro meses de intenso trabajo, y, como mínimo, nos merecemos una noche de relajación, ¿no?".

Jugar con la cabeza

Díaz Miguel se pasó el día de ayer viendo vídeos de Estados Unidos. Primero visionó el último España-EE UU (68- 101), luego el EE UU-Canadá y, a continuación el encuentro EE UU-RFA. "Los alemanes practicaron una defensa 1-2-2, que resultó sumamente incómoda para los norteamericanos. Perdieron por 11 puntos, pero los alemanes poseen una media entre 2,05 y 2,07 metros de altura. Hay que reflexionar mucho, mucho". Y, a continuación, no puede más y lo cuenta: "Veamos. Primero, tenemos que controlar los rebotes. Lo malo es que ellos, además de ser altos, saltan muchísimo. Segundo, no debemos jugar demasiado rápido. Cuantas más veces tiremos al aro, más ocasiones les damos de coger rebotes. Tercero, los bases no deben driblar ni botar el balón. La defensa que practica Bobby Knight se basa en presionar al hombre que lleva el balón, para que no pueda volver a botar el balón". Esos son sus secretos a voces.

Se guarda una carta. "Si, estoy pensando en hablar con Bobby. No tenemos a Michael Jordan -jugador norteamericano que ante España consiguió 24 puntos-, pero tampoco lo necesito. Necesito reboteadores. Sí, voy a hablar con Bobby por si me presta lo que me falta. Le voy a pedir a Ewing y Tisdale, ¡a ver qué dice!".

Así opina la Prensa

El público norteamericano hubiera preferido que su selección jugará la final contra Yugoslavia, incluso les parece una arrogancia volverse a encontrar a los españoles: para algo los derrotaron. Los Ángeles Times se atrevió a anunciar, en la casilla perteneciente al partido por el bronce del programa. olímpico, el España-Canadá (9 de ajosto, 19.00 horas, Forum de Los Angeles). El Herald Examiner, en una columna titulada "¿Misión imposible?, no comprende", atribuye. a los españoles un 15% de posibilidads, asegurando que "de una serie de 10 partidos, España sería capaz, como máximo, de vencer en uno o dos de ellos". Pero, curiosamente, a continuación asegura que "a lo mejor, eso sucede mañana".

La opinión general está más cerca de la de Jack Donohue, seleccionador canadiense, para quien "sólo un ataque terrorista, la locura total de los árbitros o que el partido se decidiera tirando una moneda al aire, propiciaría una victoria española". El público estadounidense se ha acostumbrado ya a no preocuparse de los adversarios, sobre los que su selección pasa como una apisonadora. Hay tal delirio patriótico, que los adversarios han dejado de contar.

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