Los anfitriones, con la ayuda de los jueces, alcanzaron un éxito inesperado
J. JOSÉ FERNÁNDEZ,ENVIADO ESPECIAL
Al triunfo de Estados Unidos sobre China en el concurso masculino por equipos, con un favoritismo descarado de los jueces, no siguió el femenino frente a Rumania, pero sí el lanzamiento de la nueva estrella, Mary Lou Retton. Japón, cuarto país en discordia, logró los tres títulos restantes. Morisue, en la barra fija, fue el único gimnasta perfecto, con todas las notas máximas de 10, cuatro desde el primer día. Gushiken, además de compartir el título de anillas con Li Ning, se aprovechó de sus fallos para ganar el concurso absoluto individual.
Pero, en cualquier caso, la ausencia de la URSS, campeona mundial en Budapest el año pasado, así como subcampeona femenina, y de sus líderes, Natalia Yurchenko y Dimitri Belozertchev, fueron demasiado importantes para olvidarlos.
En el total de medallas de oro, los tres países dominadores de la gimnasia olímpica, en ausencia de la URSS, sumaron cinco medallas de oro: Estados Unidos, tres en hombres y dos en mujeres; China, cuatro en hombres y una en mujeres; Rumanía, las cinco en mujeres.
La gimnasia en Los Ángeles confirmó la impresión que ya había surgido de Budapest: los hombres se incorporaron. definitivamente al gran espectáculo. Su retraso respecto a las niñas mujeres ya no existe. Las dificultades intro ducidas en los seis aparatos, espe: cialmente en la barra fija, el más espectacular, permitieron que se concedieran hasta 28 dieces, puntuación máxima, en los cuatro días de competiciones, 17 en los dos del concurso por equipos y 11 en los dos del individual, tres en el absoluto y ocho en el final por aparatos.
El trato especial dado a los anfitriones tuvo bastante que ver también en el despliegue, pues arrastró al resto. En mujeres, en cambio, sólo se sumaron 16 dieces, siete por equipos, cinco en el concurso absoluto y cuatro en el de aparatos.
EE UU, mejor en hombres
La gimnasia de Estados Unidos, de todas formas, se preparó espléndidamente para sus Juegos Olímpicos, y la masculina, en conjunto, sigue siendo superior, como ya lo era, a la femenina. Ocho dieces en hombres y ocho en mujeres (cinco de McNamara y tres de Retton) fue su balance. Pero mientras en hombres sus seis integrantes del conjunto están a buen nivel, en mujeres sólo aguantan Mary Lou Retton y Jullanne McNamara, e incluso esta última con bastantes fallos, pues sólo es muy buena en asimétricas (obtuvo tres dieces) y suelo (dos), para estropearlo en barra y salto.
El equipo masculino ni siquiera tuvo que lamentar la ausencia de Kurt Thomas, su primera gran figura, que se pasó al profesionalismo para realizar exhibiciones tras la frustración de no poder actidir a los Juegos de Moscú, y perdió así la oportunidad del paraíso olímpico. No tuvo la paciencia ni la capacidad de sacrificio que su compañero de generación, Bart Conner, o que Peter Vidmar. Ambos se llevaron dos medallas de oro, la del concurso por equipos y una individual: Conner, en paralelas, y, Vidmar,en caballo con arcos.
China fue la gran derrotada, pues sin la presencia soviética, que teóricamente se querría tornar la revancha de Budapest, sólo tenía que confirmar su título mundial de octubre del año pasado. Pero un fallo de Li Ning en la barra fija y el menor rendimiento de Tong Fei para lo esperado de él, se unieron al favoritismo descarado de los jueces hacia Estados Unidos.
Ejercicios idénticos fueron. puntuados con décimas de diferencia, siempre en contra de los deportivos chinos, que no protestaron jamás. Por lo visto, estaban contentos con ganar en halterofilia y tiro las medallas que iban a perder en gimnasia.
Y lo curioso fue que sacaron más dieces que nadie, 14, pero no les sirvió más que individualmente. A Li Ning, sobre todo, que con tres en el último día del concurso por aparatos, hizo cinco en toda la gimnasia olímpica y ganó así tres medallas por aparatos. Tong Fei, pese a no ganar una sola medalla de oro, logró cuatro dieces, pero fue más irregular.
Sí logró la medalla, en cambio, el enano Lou Yun en salto, donde consiguió otras dos notas máximas, y entre ambos compensaron las derrotas anteriores. No sólo la derrota de conjuntos, sino también la absoluta individual, pues en la lucha entre Li Ning y el mejor americano, Peter Vidmar, se coló el regular japonés Gushiken. Su victoria fue la punta de lanza del regreso nipón a la cumbre de la gimnasia, de la que se había bajado hace ya años.
Las ausencias
Gushiken sólo había sido subcampeón mundial en Budapest, porque allí había estado el joven soviético Belozertchev, el número uno actualmente.So sólo ganó el concurso múltiple, sino los títulos mundiales en tres aparatos más: barra fija, caballo con arcos y anillas.
Pero los soviéticos, que incluso en Budapest superaron a China en el total de medallas, 10 contra nueve totales, y seis de oro por tres, también contaron con otros gimnastas que hubieran podido decir algo en Los Ángeles: Akopian, por ejemplo, tercero absoluto en Budapest, igualado con Lou Yun y ganador precisamente en el salto, donde el chino sólo fue entonces cuarto.
Para el nivel general, cabe recordar también que, por equipos, en la capital húngara, Japón fue tercero, por delante de Estados Unidos, e inmediatamente detrás se clasificaron la RDA, Hungría y Bulgaria ausentes igualmente aqui.
La lucha femenina en Los Ángeles ha estado repartida entre el dominio por equipos de Rumanía y el individual de Mary Lou Retton, muy apretada por Ekaterina Szabo, la ex campeona mundial júnior. Los dieces abundaron menos que en los hombres porque el nivel fue más bajo y las cotas de riesgo e ingenio son cada vez menores.
Se ha explotado a las gimnastas con tono infantil (la española Laura Muñoz es de las últimas) y quizá ahora empiece el de las gimnastas enanas como Mary Lou Retton. Se trata de mantener la flexibilidad infantil, pero con potencia masculina. Los enanos macizos son la solución.
Pero en Los Ángeles no estuvo la alternativa soviética. Szabo, que ganó tres cuartos de los títulos por aparatos al fallar Retton el último día , sólo había ganado el sue lo en Budapest, donde no pasó de tercera en el concurso absoluto. Le habían superado dos soviéticas, una tipo niña, Olga Mostepanova, la última joya de la cantera de la URSS, subcampeona mundial y campeona en barra de equilibrios; otra, estilizada'como ninguna de las últimas figuras, ya no una muñeca, sino una mujer joven, Natalia Yurchenko, la campeona, que se lesionó en un salto el último día y no pudo sumar mas títulos por aparatos.
Y en Los Ángeles tampoco estuvo la búlgara Stoianova, subcampeona mundial júnior, tras Ekaterina Szabo, y otra de las figuras mundiales absolutas, cuarta en Budapest y primera en salto de caballo. Mary Lou Retton no participó entonces por lesión, pero difilcilmente hubiera estado siquiera en el podio. Julianne McNamara, la segunda figura norteamericana de los Juegos Olímpicos, fue sólo 16 entonces, y séptima en las as¡métricas, su mejor aparato en los Juegos.
También hubiera sido difícil su triunfo ante la seguridad aplastante de la alemana oriental Maxi Gnauck, quizá ya recuperada de una gravísima lesión anterior y que en Budapest no estaba en su mejor momento. En los campeonatos mundiales de Budapest hubo 44 dieces, pero ninguno fue para gimnastas norteamericanos. Curiosa casualidad.
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