Díaz Miguel utilizó 12 jugadores para paliar la lluvia de personales y doblegar a Canadá
ENVIADO ESPECIALEspaña y Canadá disputaron el peor encuentro de la jornada inaugural del torneo de baloncesto. España y Canadá llevaron el aburrimiento al foro durante la mayor parte del partido. Sólo los instantes finales, en los que la victoria hispana quedó reducida a un punto, lograron poner una nota de interés. España y Canadá se temieron demasiado para jugar relajadamente. Lo más esperanzador fue el buen tono de Fernando Martín, que, pese a no encontrarse fisicamente en plenitud, fue el máximo encestador del equipo.
España y Canadá sacaron sus mejores armas al inicio y cuando parecía que la presencia de Fernando Martín iba a ser simbólica se convirtió en fundamental y hasta estuvo en la cancha 31 minutos. Canadá se anotó los dos primeros puntos pero nunca más volvió a mandar en el marcador. España, pese a que no luchó al completo bajo los tableros, porque en este aspecto sí se reservó Martín, consiguió que ninguno de los dos pivots canadienses, Wiltjer y Kaznowski, llegara a los 20 puntos. No obstante, la auténtica presión sobre Wiltjer no llegó a existir porque pronto el equipo que dirige Díaz Miguel comenzó a cargarse de personales, hasta el punto de que tuvo que utilizar a todos sus jugadores a lo largo del encuentro. Pasquale supo aprovechar la circunstancia para dirigir a su equipo y puntuar.
La carga de las faltas no llegó a notarse durante la primera mitad porque la ventaja en el marcador llegó a ser hasta de 13 puntos, pero en la reanudación, tras la marcha de Corbalán, se produjeron las de Jiménez, Martín y Romay. Y fue justamente en los momentos finales cuando más se les echó en falta porque Canadá presionó y estuvo a punto de dar el susto.
España tuvo dos momentos flojos en su actuación. En el minuto y medio final del primer tiempo perdió siete puntos de ventaja, lo que permitió a Canadá quedarse a tan sólo cinco. Y si mala fue esa racha, peor resultó la de los momentos finales, en los que Díaz Miguel recurrió incluso, para conservar la ventaja de cinco puntos, a jugar con dos bases: Solozábal y Llorente, a fin de defender el balón y dejar pasar el tiempo.
El angustioso medio minuto postrero se cerro con una genialidad arbitral que permitió a Canadá encestar un tiro libre y enviar el segundo, a falta de nueve décimas contra el aro, recoger el balón, saltar y encestar. Todo un récord de rapidez imposible de igualar.
Canadá y España se temieron tanto que incluso renunciaron en ocasiones a colocar a sus hombres altos en la zona para recoger los rebotes de los lanzamientos de tiros libres. Tanta precaución impidió ver la auténtica talla de ambas selecciones. Afortunadamente como ya ha sucedido en otras ocasiones, los suplentes españoles defendieron el juego con dignidad y cierta eficacia. Las canastas de Margall llegaron a ser providenciales porque se produjeron desde la media distancia cuando entrar en la zona era dificil, y sirvieron para que Canadá, cuanto más se acercaba, se encontrara con una brecha mayor en el marcador. Epi, durante todo el encuentro, aunque sin llegar a la brillantez de otras veces, mantuvo la regularidad en los encestes desde fuera de la zona. Pese al triunfo habrá que pedir mayor acierto en las siguientes confrontaciones porque de lo contrario el panorama será tan incierto como el reinado que se vaticinaba a Witiza.
Uruguay será el segundo rival de España. Jugarán el miércoles a las 7 de la mañana hora española (TV1 en directo). Dicha selección está dispuesta a acreditar el calificativo de sorprendente. Ya lo fue en el preolímpico americano, al calificarse, y lo repitió el lunes al derrotar a Francia, (91-87), una selección que había preparado concienzudamente los Juegos Olímpicos y que contaba con el mejor equipo de su historia.
Uruguay cosechó victorias sonadas ante Panamá, Puerto Rico y Canadá, en el preolímpico americano, según informa José María Turmo. Su potencial humano es notablemente inferior al de estos países, y en este sentido su clasificación pareció inexplicable. Sin embargo, no deben oponerse reparos a la hazaña uruguaya, sino más bien analizar las virtudes de este modesto equipo, bajo de estatura, aparentemente muy limitado, pero a la hora de la verdad batallador incesante, hábil conductor del ritmo del partido, muy agresivo en defensa y con un amor propio sin límite.
Los uruguayos poseen, en general, buen tiro, especialmente a cargo de su estrella Horacio López, un escolta de 1,96, y de Wilfredo Ruiz, otro cañonero, que fue máximo encestador en el Mundial de Colombia, pero su cualidad más importante es la humildad de todos y cada uno de los jugadores, que se entregan a la labor de equipo con una disciplina ciega. Sus hombres altos son Luis Larrosa (2,03) y Hever Núñez (2,02). Atrás dirige Carlos Peinado (1,81), y completan el quinteto Ruiz (1,90) y Tato López. El sexto y el séptimo hombres son Luis Pierri y Albar Tito, ambos con 1,97. Poca estatura, pero los complejos, si los tienen, se los dejan en el vestuario.
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