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"Se han burlado de nosotros"

La azafata del Ciudad de Albacete comenzó a recitar las habituales frases de despedida de todos los vuelos. "La temperatura en Barcelona es de 23 grados", dijo, pero no continuó. De repente se acordó que aquél no había sido un viaje precisamente agradable. El avión regresaba a El Prat con el mismo pasaje con el que partió y el ambiente en el interior del avión no era precisamente alegre. Una mujer embarazada se desmayó y las palabras que se cruzaban entre clientes y la tripulación sonaban duro. "Se han burlado de nosotros", gritaban los más moderados. Una azafata les sorprendió afirmando que "de nosotras, también" se han burlado. La maniobra del piloto para sortear su previsible sanción y no disminuir los efectos de la huelga había dado resultados.Eran la 1 de la madrugada y estaban en el mismo lugar que cinco horas antes. La compañía les ofreció la posibilidad de retirarse a un hotel de Castelldefels hasta que se encontrara solución a su viaje. Una docena de viajeros decidió permanecer en la sala de espera para manetener viva la reclamación. Un bocadillo y un refresco, gentileza de la casa, les ayudó a pasar la noche. De pie, de un lado al otro, con las maletas a cuestas, interrogaron una y otra vez a los responsables de la compañía. Presentaron la reclamación oficial e intentaron formular una denuncia en la comisaría del aeropuerto sin que les fuera aceptada.

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Durante las largas horas de espera, dieron una y mil vueltas a la situación. La indignación dejaba paso a las bromas y ésta, a su vez, a las experiencias en situaciones similares. Así, recordaron que hace pocos días el mismo vuelo fue suspendido y que los pasajeros fueron acomodados en los buques de la Transmediterránea. Se lamentaban de háber accedido a abandonar el avión y hacían las comparaciones de rigor con el último viaje al Sudán. Cuando se anunció finalmente que podrían embarcar rumbo a su destino, sus rostros se relajaron, pero prometieron no olvidar las 16 horas de guardia.

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