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La reforma de la función pública, en su última fase parlamentaria / 3

El laberinto retributivo

Dentro de la caótica estructura actual de la Administración pública, constituye un ejemplo notable el laberíntico sistema por el que se rigen las retribuciones que perciben los funcionarios.Un sinnúmero de escalas, grados, puestos, trienios, incentivos, complementos y el más variopinto conjunto de términos que quepa imaginar se integran en abigarrada hermandad hasta llegar a sumar las percepciones mensuales de un funcionario. El hecho de que estos conceptos signifiquen una parte esencial de las retribuciones e incluso superior a las retribuciones básicas, tendencia que muy recientemente se ha empezado a corregir, se traduce en unas menguadas pensiones y pagas extras.

Aunque en tiempos pasados aún fue peor. El fantasma de las cesantías ya no es sino un oscuro recuerdo superado hace seis lustros, gracias al buen hacer de Antonio Maura, y también ha desaparecido ya el fenómeno del cobro de las tasas, que tan en boga estuyo tras la guerra civil española y que constituyó un soporte fundamental para las economías de una buena parte de los funcionarios de entonces. El concepto de cesantía se introduce a partir del primer cuerpo,legal en la historia española que pretende ordener la Administración pública del país, gestado por Bravo Murillo a mediados del pasado siglo. Según esta ley, el funcionario no tenía ninguna garantía de estabilidad en el empleo y por tanto quedaba a la merced de la voluntad de los miembros del partido político gobernante.

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Los salarios más bajos en la Administracion son superiores a los percibidos en puestos equivalentes del sector privado

Una huelga, en 1914, de Correos y Telégrafos es considerada por la mayor parte de los estudiosos como el antecedente a las modificaciones sustanciales que se introdujeron en el Estatuto de Maura de 1918. La realidad es que parece que no sólo fue la presión sindical la que forzó a tan conservador prócer a modificar la legislación vigente. Los ingenieros, cuerpo preciadísimo en la época, reivindicaron también la seguridad en el empleo, y así vio la luz el Estatuto de la Función Pública.

Claro que al introducirse en esta norma el principio de carrera administrativa basada en la antigüedad y sin que fuese necesaria la titulación universitaria, con el paso de los años aquello parecía el ejército de Pancho Villa, con más generales que tropa. Con la guerra civil española las arcas del Tesoro público quedaron tan exhaustas que se realizó una dejación de las competencias del Estado: apareció el cobro de las tasas, es decir, ingresos adicionales que los funcionarios podían distribuir según sus ambiciones o necesidades.

Y de esta forma empezaron así las grandes luchas por pertenecer a los cuerpos que percibían más y mejores tasas, y significó también el primer germen del mutualismo laboral, con donativos del Estado, para suplir la falta de asistencia sanitaria y prestaciones, pasivas.

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