'La torre de Londres', sucesión de horrores
Dijeron los autores del guión que para escribir este filme habían leído más de 350 volúmenes sobre la historia de Inglaterra. Algunos críticos lo dudaron, pero no tanto porque el resultado de La torre de Londres no les divirtiera -y horrorizara- como porque no podía considerarse muy seriamente como documento histórico.Lo que realmente quiso hacer el director y coguionista Rowland V. Lee era repetir el éxito que había obtenido el año ante rior dirigiendo a Boris Karloff en El hijo de Frankenstein, hasta el punto de que en las apariciones del actor en la nueva película volvía a oírse la melodía que anunciaba en la precedente su presencia como monstruo. Uniendo a Karloff con Basil Rathbone, otro clásico de la productora Universal en los filmes de terror, el éxito parecía asegurado, aunque para lograrlo no invirtiera demasiado dinero.
Se trató de escamotear gastos llamados innecesarios, pero, como ocurre a menudo, es ésa una decisión que acaba encareciéndolo todo: las escenas de las complicadas batallas tuvieron que ser repetidas porque la lluvia caló tanto los falsos cascos de los extras que de la brillantez deseada se pasó al ridículo. Paradójicamente, son ahora esas escenas bélicas las que más gustan a los historiadores, junto a la secuencia no menos famosa en la que Vincent Price es ahogado en una cuba de vino.
Crímenes e intrigas palaciegas
Porque en La torre de Londres los crímenes son tan numerosos como las intrigas palaciegas. En la Inglaterra del siglo XV, según la película, se condenaba a los traidores reales o supuestos, a los desobedientes o a quienes defendían a los monarcas exiliados; terribles castigos que un calvo Boris Karloff realizaba con auténtico sadismo.Considerado ya como un clásico del género, tiene, sin embargo, la peculiaridad de no remitirse a la fantasía, sino que su horror nace de situaciones inspiradas en la realidad. Lo que, probablemente, no evite que al cabo de los años el espectador descubra con mayor facilidad el humor que anida en el fondo del filme; en su día -1939- el público era más crédulo y el espanto dominó su contemplación.
La torre de Londres se emite hoy a las 22 horas por la segunda cadena.
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