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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El trato a los minusválidos

La sociedad en general no sabe distinguir entre un disminuido físico de otro psíquico, ya que hace una relación inseparable entre la apariencia física y el nivel de inteligencia.Ante este hecho tenemos que luchar todos los minusválidos, que somos quienes debemos salir a la calle e intentar incansablemente la comunicación con otras personas ajenas a nuestras familias, a las que daremos una visión completamente distinta a la que anteriormente tenían respecto a nosotros. También necesitamos tener contacto con los demás para expansionarnos, expresando nuestras ideas e inquietudes, y así, de esta manera, vamos adquiriendo la madurez propia de nuestra edad, y también a estar más seguros de nosotros mismos ante cualquier reunión con la sociedad.

La idea de salir de nuestro entorno familiar, que muchas veces nos superprotege, nos causa un verdadero trauma a algunos minusválidos (entre los que me incluyo) por diversos motivos.

Al tener una escasa autonomía, tenemos que ser ayudados por otras personas para ir al servicio, asearnos, etcétera, lo cual nos cohíbe mucho si no estamos acostumbrados y debidamente mentalizados.

También nos sentimos incómodos ante la gente por nuestra espasticidad, caída de baba, etcétera. Este sentido de la ridiculez hay que superarlo a toda costa, ya que si queremos que la sociedad nos consideren normales, obviamente primero tenemos nosotros que vernos a nosotros mismos tal y como deseamos que nos vean.

Los padres desempeñan un papel muy importante en el desarrollo del minusválido. Dichos padres, en general, tienden a superprotegernos, e inconsciente nos perjudican, ya que nosotros nos agarramos como lapas a esa excesiva protección que nos brindan, y, aprovechando esto, nos escabullímos de las barreras que están esperándonos en el exterior para que las saltemos. Por este motivo todos los padres que tengan un hijo con cierta anomalía deberían estar sornetidos obligatoriamente a unos cursillos de preparación para llevar a cabo su difícil misión de educar a sus hijos y afrontar el problema con la mayor corrección posible.

Respecto al campo de la educación, algunos profesores no saben apreciar exactamente el máximo rendlimiento de sus alumnos. De ahí que algunos chicos no den de sí todo lo que pudieran.

Y para terminar, en nombre de todos los minusválidos, le pido al Gobierno, junto con la sociedad, que nos ayuden sin compasión y, por supuesto, sin pasarnos factura. /

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