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Una nueva etapa en la historia de la CEOE / y 3

El desconcierto de la patronal ante un partido socialista que ha ido del marxismo al monetarismo

Joaquín Estefanía

Tras las elecciones generales que ganaron los socialistas en octubre de 1982, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha vivido momentos de desconcierto en sus relaciones con el poder político. El alegato contra el PSOE en período electoral -su programa se trata "de un auténtico objetivo de cambio pero de cambio en aspectos esenciales de nuestro modelo de sociedad que lo aproximaría en gran medida a los modelos marxistas de la Europa del Este"- dificultó la posterior dinámica. Miguel Boyer no ha aplicado, desde ninguna óptica ese marxismo realmente existente. Este periodo acaba ahora con la elección hoy de nuevo presidente, José María Cuevas, en un momento en el que el bipartidismo político parece quebrarse. Por otra parte, la marcha de Ferrer Salat no va a suponer una rebaja adicional en la tensión que en el último año se ha generado entre la cúpula patronal y la todopoderosa patronal madrileña: la ruptura entre CEOE y CEIM es ya un hecho.

El precedente de Cataluña fue estudiado con profundidad en la sede madrileña de la CEOE. En septiembre de 1981 tienen lugar las terceras elecciones, en las que Ferrer Salat vuelve a ser elegido por un nuevo período de tres años. Su discurso, considerado como el más importante de Ferrer en el seno de la patronal, fue el anuncio de la filosofía de la CEOE para la nueva etapa: "La movilización de los empresarios y de las fuerzas sociales que comparten nuestra concepción política, económica y social en apoyo de las opciones electorales y de los líderes que asuman expresamente este compromiso en una acción de. gobierno coherente y eficaz".En segundo lugar, Ferrer hizo una dura advertencia a UCD: "Si sus líderes y la indudable responsabilidad del presidente del Gobierno (Leopoldo Calvo Sotelo) no consiguen superar la ilógica concepción del centro como una mezcla de ideologías dispares y a veces contrapuestas, con reminiscencias de nuestro pasado reciente, prevemos una inevitable y próxima derrota electoral entre el hastío del electorado". Las palabras de Ferrer dejaban algo meridianamente claro: el escoramiento del apoyo electoral desde UCD hacia Alianza Popular. Pocos días después se despejarían todas las dudas, si es que quedaba alguna, en la campaña de las elecciones gallegas. El 30 de septiembre de 1981, 20 días después de la asamblea de la CEOE, Fraga decía en Lugo: "Si hace falta, que voten a otro mejor, pero que voten. Al respecto, me parece acertada la campaña de motivación para votar que lleva a cabo la CEOE de Galicia".

El ensayo general 'con todo'

La Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) abría la primera fase de su campaña llamando a la población a votar; la segunda fase se desarrolló bajo el lema de "Queremos que se sepa que no somos neutrales". Un total de 110 millones de pesetas gastó oficialmente la CEG en las elecciones al Parlamento gallego.Pero la intervención más directa de la CEOE en favor de AP y, sobre todo, en contra de las tesis del PSOE se dio en Andalucía. La patronal actuó como un sexto partido (tras AP, UCI), PSA, PSOE y PCA). Además de la financiación a la derecha, la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), rama andaluza de la CEOE, estimuló una campaña ideológica de primera magnitud contra los socialistas; las imágenes publicitarias de la manzana (España) con el gusano saliendo de ella (el marxismo) se mezclaron con mensajes tales como el siguiente: "Votamos por el derecho a la libertad de enseñanza; para que seamos los padres quienes elijamos la moral que debe enseñarse a nuestros hijos, sin que nadie les adoctrine contra nosotros... Votamos contra los que han pretendido aparecer con piel de cordero y hacernos creer que son moderados; pero no han conseguido ocultar que sus verdaderos objetivos son la revolución social y el marxismo... Votamos, por tanto, contra el marxismo declarado u oculto, que no puede camuflar su radical negación de los derechos de la persona por más que lo intente". Los mítines y asambleas se multiplicaron por toda Andalucía con la presencia de los primeros espadas: Carlos Ferrer, José María Cuevas y el precursor, Alfredo Molinas.

Andalucía fue el gran ensayo frustrado cara a las elecciones legislativas. El arrollador triunfo del PSOE y la confrontación entre dos modelos de sociedad que eligieron los empresarios, y más directa mente la CEOE, hicieron revisar la estrategia. Para los comicios del 28 de octubre de 1982, la CEOE dejó autonomía a cada una de sus organizaciones territoriales, intentando pasar a un segundo término. Según un documento interno de la institución, "la CEOE coordinaría y conocería las campañas desarrolladas por cada organización y éstas decidirían la forma y manera de ponerlas en práctica. La CEOE no hará ningún tipo de campaña. (entendida como publicación de anuncios, impresión de folletos, etcétera), sino que se limitará a de claraciones a los medios informativos y reuniones de sus, dirigentes con las juntas directivas regionales o provinciales. De cualquier forma, la CEOE, como institución a nivel nacional, no hará campaña. Sólo sus organizaciones, y de la forma que estimen oportuna. La financiación también dependerá de cada organización. Territoriales y, sectoriales buscarán sus propias fuentes de ingresos y montarán sus presupuestos de campaña en función de sus posibilidades. Antes de la jornada de reflexión se habrán organizado 1.700 actos empresariales en toda España, a los que se estima que acudirán 150.000 empresarios".

Además, la CEOE incrustó en las listas de la derecha (casi en exclusiva en las de Alianza Popular) a diferentes dirigentes empresariales, de forma que por primera vez hubiese una representación cuasi orgánica de la patronal en el Congreso y en el Senado. Isaías Monforte (secretario general de la Federación de Empresarios de Logroño y Rioja, por AP), Arturo Corte Mier (presidente de la Federación Asturiana de Empresarios, por AP), Ángel Ganado Sutil (presidente de la Asociación Zamorana de Empresarios), Javier González Estéfani (presidente de CEPYME y vicepresidente de la CEOE, en el PDP, coligado con AP), Juan Molina Cabrera (presidente de la Confederación de Empresarios de Albacete, por AP), Álvaro Simón Gutiérrez (presidente de la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos, por AP) o Pedro Galindo (director de la Federación Asturiana de Restauración, por Extremadura Unida) son algunos de los ejemplos que se pueden citar.

El desconcierto

Sin embargo, la CEOE elaboró un análisis del programa electoral del PSOE (no así de AP, UCD o PCE), que se repartió entre sus afiliados, en el que se afirmaba: "La parte económica del programa del PSOE va a conducir a mayor inflación, mayor paro y bancarrota interior y exterior del país a corto plazo... Los objetivos más importantes y más duraderos del programa del PSOE coinciden en apoderarse de una serie de estructuras básicas, con lo cual, a pesar del fracaso de su política económica, su permanencia en el poder se hará más irreversible... Por tanto, se trata de un auténtico objetivo de cambio, pero de cambio en aspectos esenciales de nuestro modelo de sociedad que lo aproximarían en gran medida a los modelos marxistas de la Europa del Este, con la intervención del Estado y disminución de libertades a nivel individual que los caracterizan, y con unas economías que, aun en momentos de prosperidad general, han demostrado su ineficacia".No es de extrañar que con esta opinión, tras la mayoría absoluta conseguida por el partido de Felipe González en las elecciones legislativas, la CEOE entrase en un período de desconcierto en sus relaciones con el pod9r.p'olítico. Fue en una reunión con Ferrer y Cuevas en la que González y Guerra, acompañados por Miguel Boyer, anunciaron que este último. sería el gran responsable de la política económica socialista en calidad de triministro (fusionando los departamentos de Economía, Hacienda y Comercio) y que, por tanto, se alejaban las posibilidades de ese marxismo realmente existente que profetizaba demagógicamente la CEOE. Las entrevistas entre los ministros del Gobierno y los máximos dirigentes de la patronal se fueron distanciando y pareciéndose cada vez más a un diálogo de sordos. Los empresarios afirmaban que se les oía, pero que no sé les escuchaba...

Sin embargo, las relaciones entre empresarios y socialistas no, se cegaron. El Círculo de Empresarios, club de elite con 120 empresarios asociados, fue un semillero de altos cargos para las empresas públicas. Claudio Boada, Manuel Azpilicueta, Enrique Moya, Juan Miguel Antoñanzas, etcétera, ocuparon las presidencias de los más importantes holdings y de sociedades públicas muy significativas. Además, el presidente del Gobierno salió en olor de multitudes en dos ocasiones en las que se enfrentó con más de un millar de empresarios en la Asociación para el Progreso de la Dirección. Meses después, esta tendencia se quebraría y Felipe González fue abucheado, por primera vez, por un grupo de empresarios asistentes a una asamblea de la Confederación Empresarial Independiente de Madrid (CEIM), la patronal madrileña.

Las tensiones

En el último año, la CEOE ha vivido los momentos más tensos en cuanto a las relaciones de los empresarios entre si. La ruptura entre la patronal madrileña y la cúpula patronal, a punto de producirse en varias ocasiones, cristalizó el lunes pasado, al anunciar la patronal madrileña la retirada de sus candidatos propuestos para tomar parte en la junta directiva de CEOE. "Vista la oferta del candidato a presidente (Cuevas), CEIM ha decidido no participar en la junta directiva ni en el comité ejecutivo", aseguraba el comunicado de la patronal madrileña. La tensión de los últimos meses, que llevó a los representantes de CEIM a abandonar los órganos de gobierno de la CEOE mientras éstos estuviesen presididos por Ferrer Salat, parece haberse prolongado a la hora de la investidura de su delfin, José María Cuevas. La guerra de las vicepresidencias que desde hace días mantenían ambas organizaciones, ha terminado. por separar a la cúpula patronal de su segunda territorial. Una nueva etapa se inicia en la historia de la CEOE.

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