"Los madrileños han demostrado estos días que les va la marcha", declara Enrique Tierno
"Los madrileños han demostrado, una vez más, que les va la marcha, que les gusta echarse a la calle. Han sabido convertir la lluvia, tan oportuna como tenaz, en un elemento más de los festejos de San Isidro", declaró el alcalde de Madrid, Enrique Tierno, al valorar el desarrollo de las fiestas patronales que concluyeron ayer. "Los festejos", afirmó, "se han celebrado con participación altísima, sin ningún incidente reseñable y en un ambiente de tolerancia y cordialidad".
"La participación popular en estas fiestas", añadió Tierno, "contribuye a que las instituciones se afiancen y a que la convivencia adquiera pleno sentido democrático".La lluvia, que ha aguado algunos actos programados, cuando no ha obligado a suspenderlos, no ha impedido, en opinión de Tierno, que los madrileños "hayan dado muestra de ser un pueblo de rompe y rasga, gente con salero". "Ello", señaló, "no es nuevo y en los sainetes se ha recogido con fidelidad. A los madrileños les gusta la marcha".
Considera el alcalde que el pueblo de Madrid ha recuperado su carácter lúdico y sus "ganas de jarana en la calle" a medida que se ha quitado de encima el peso del centralismo de la capital. "El miedo se ha sentido en Madrid con más fuerza que en ningún otro lado porque el Gobierno que castigaba y las instituciones opresivas estaban muy cerca. Ahora ha desaparecido el miedo al centralismo. Madrid ya no es del Gobierno sino del pueblo y ha recuperado su condición de villa".
Tierno mantiene la teoría de que Madrid es una ciudad mediterránea situada en la meseta. "En la austeridad formal y en el despego", precisa, "somos mesetarios, pero tenemos una de las cualidades principales de los pueblos mediterráneos: que la calle es para nosotros una continuación de la casa. Y ello se ha evidenciado en estas fiestas. En Madrid se vive otra vez la calle, las conversaciones a voces, la charla de acera a acera, el diálogo de esquina y el bullicio de las fiestas en verbenas, en plazas y parques. Y ello forma parte de una cultura recuperada".
El alcalde, que diariamente, desde el pasado día 13, ha asistido a un promedio de seis actos festivos y confiesa haber dormido cuatro horas y media por jornada, se muestra al final de las fiestas algo fatigado aunque pone especial énfasis en aclarar que el tute que se ha dado sólo le ha cansado fisicamente. "A mí me resucita y me da vitalidad el poder participar en las fiestas y hacerlo, fundamentalmente, junto a los jóvenes".
Cuando se le recuerda que en los conciertos a los que ha asistido se le ha recibido con el mismo entusiasmo que a los cantantes o grupos, que actuaban, el alcalde reconoce, sin rubor, que ello "le da marcha". "Me gusta que la gente joven confíe en mí. No puedo prescindir de mi condición de viejo profesor. No siento una alegría, digamos, municipal sino docente cuando me aplauden. Me encanta que me identifiquen con las fiestas".
"Madrid", añadió, "se está convirtiendo en la capital de las fiestas de Europa. Lo es ya de la cultura cultivada y lo empieza a ser de la cultura popular".
El alcalde explica, divertido, que en ningún concierto de rock ha necesitado protegerse la cabeza mediante el casco antiguo del cuerpo de bomberos que, según declaró hace unos días, había llevado a Londres con ese fin. "Fue una broma. La violencia del rock es un tópico. Sólo existe en lo que se refiere a los decibelios".
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