Fernando G. Tola o la experiencia de los Iímites
Si yo fuera presidente ha muerto, después de treinta apariciones, a manos de su autor. La brevedad de, su existencia, o más precisamente, la autofIgia, parece ser el inescapable destino de las creaciones televisivas de Fernando García Tola. Para quienes pen samos que la redundancia es el enemigo principal de los procesos comunicativos y que el empecinamiento en un programa es una de sus expresiones más malignas, la corta vida de cualquier tipo de presencia habitual en la pequeña pantalla es siempre saludable. Y si no, ahí están, a contrario, los lamentables nueve años del show Johnny Carson para probarlo. Por más que la audiencia pueda seguirlo. Pues todos sabemos que lo más específico.de la habituación es que reduce la exigencia de esfuerzo y que, en det erminadas circunstancias, y la televisión parece ser una de ellas, huimos mayoritariarriente de él. Pero ¿porqué se empeñan los amos de los medios en hacer de la poltronería y de la pasividad la regla de oro de la comunicación audiovisual?
Pertinaz buscador de ideas
Tola, desde aquella serie inicial sobre el flamenco o la que hizo con Tip y Coll, hasta este Presidente, pasando por Nacha, Dos por Dos y Esta noche, ha mostrado, por el contrario, ser uno de los buscadores más pertinaces de la televisión española. O si se prefiere, uno de sus éreadores más vivos y de mayor aliento. Esa búsqueda-creación la ha ejercido, sobre todo, en el afinamiento de los aspectos formales de los temas y en la espectacularización de la situación presentada. Con resultados, más o menos cumplidos, según las ocasiones, pero en cualquier caso, casi siempre superiores a la media a que se nos tiene, acostumbrados.La razón de sus logros me parece que está en el difícil equilibrio que persigue siempre entre preparación y espontaneidad -Tola trabaja minuciosamente sus guiones, con la eficaz ayuda de Pedro Gil Paradela, primero, y de Arturo González, su actual codirector, después, pero dejando campo para la improvisación- y que tuvo en algunos dúos, Isabel Tenaille-Mercedes Milá de Dos por dos y en algunos cuartos de hora de Esta noche, sus momentos culminantes.
Si yo fuera presidente ha sido el más ambicioso intento hasta hoy de Tola. No sólo porque en él se presta/sucumbe al proceso de autovedetización de tantos directores de programa, sino porque acomete su materia desde el triple propósito innovador del contenido, la modalidad y el tratamiento. Después de un comienzo titubeante y excesivamente verboso, Tola abre de par en par las puertas de su programa a los temas de todos los días y a los protagonistas directos de nuestra vida cotidiana. Lo que me parece un gran acierto. El vicio de esta virtud es que el ciudadano medio suele ser pésimo actor y tiene una irrefrenable tendencia a recitar el estereotipo social de la función que representa. Con lo que la novedad de su presencia se escapa en la reproducción de los comportamientos más obvios y tópicos que se cree obligado a adoptar. Es decir, otra vez la redundancia y'ade más con aburrimiento.
Supongo que Tola ha sido sen sible, al menos a nivel intuitivo, a estos efectos, perversos que mar can los límites de su experiencia y que ha intentado combatirlos multiplicando su pueblo y variando el contenido de su forma. Pero la muchedumbre en el plató dificilmente traduce la cantidad en calidad.
Por lo demás, ni la escuela de viejos, ni el banco del parque, o el metro, etcétera, soportes de la experimentación formal de Tolal, son suficientes, como nos prevenía Hemslev, para que la transformación del contenido de la forma redima la reiteración de la forma del contenido.
Tola es un buscador de pepitas de oro. Ahora bien, para que la búsqueda sea eficaz y divertida hay que colocar las pepitas en su sitio, digo, hay que convertir la espera en espectáculo. No basta, pues, con enmarcar en el guión la espontaneidad y a los espontáneos e invocar luego el azar del hallazgo, sino que hay que prepararlos, conducirlos, porque sabemos de sobra que la improvisación creadora en televisión es siempre resultado de un laborioso trabajo previo. El desafío de Tola en su próxima salida, que hay que desear próxima, es la profundización de sus límites, no su impugnación ni su ensanchamiento. Para hacer televisiva la fórmula de Picasso: yo no busco, encuentro.
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