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El modelo británico de la futura televisión privada española basa su prestigio en la calidad de los informativos

Soledad Gallego-Díaz

Los espectadores de la televisión británica son, probablemente, los más afortunados de Europa. Algún que otro día resulta imposible encontrar en los cuatro canales un solo programa que llame la atención, pero por regla general el problema es precisamente el contrario: cómo despegarse de la pantalla. Este modelo de televisión es al que aspira el Presidente del Gobierno español, Felipe González, quien recientemente se ha mostrado partidario del sistema televisivo que rige en el Reino Unido.

Los dos principales canales de la televisión británica son la BBC-1 (público) y la ITV (privado). Las dos compiten duramente y cuentan con dos cadenas secundarias (BBC-2 y Channel-4), especialidades en temas culturales o marginales y en retransmisiones en directo de deportes que no son masivos. Los críticos dicen que en los últimos años la televisión privada le ha ganado la mano a la pública porque contrata mejores películas y porque produce mejores series propias.El primer gran placer para cualquier aficionado a la televisión que llega a Gran Bretaña son los informativos... Los hay de todo tipo: cortos, largos, superficiales, profundos... Todos, con tres características comunes: orden, apoyo de imágenes y escrupulosa imparcialidad.

Los presentadores de los grandes diarios televisados (de media hora de duración) miran directamente a la pantalla, sin leer folios, porque tienen un proyector que refleja el texto de la información. Entrevistan a los invitados en el estudio, dan paso a los reporteros y se equivocan pocas veces. Por regla general presentan equilibradamente los diferentes matices de la información, aunque sea sobre aspectos delicados capaces de suscitar polémica. Curiosamente, el ciudadano británico recibe una información mucho más justa a través de la pequeña pantalla, pública o privada, que a través de la prensa escrita.

Los informativos regulares se compatibilizan con grandes reportajes como los del espacio Panorama (BBC-1) o TV Eye (ITV) que en más de una ocasión han obligado a los periódicos a seguirle los pasos. Panorama emitió recientemente un programa sobre la infiltración de la extrema derecha en el Partido Conservador que provocó las dolidas quejas de los dirigentes de dicho partido. Una comisión independiente estudió el caso y dio la razón a los periodistas autores del reportaje.

La misma BBC-1 mantiene desde hace años un programa de debate, Question time, presentado por sir Robin Day, que semana a semana, con público y en directo, plantea los temas de política interna más candentes. Day, auténtico monstruo de la televisión, simultanea este trabajo con la cobertura de acontecimientos políticos de especial importancia, como períodos electorales o congresos de los partidos políticos. Pese a que personalmente procede del campo conservador, se dice que la primera ministra, Margaret Thatcher, le teme tanto como a Brian Walden, estrella de la información política en la ITV, e igualmente agresivo e independiente.

Para completar el panorama informativo, los cuatro canales compiten en la elaboración de programas especiales.

Afición por los concursos

No todo son informativos. Los británicos son muy aficionados a los concursos y tanto la BBC-1 como la ITV favorecen con descaro sus gustos. Las dos cadenas tienen multitud de programas de este tipo: desde averiguar qué quiere decir un niño, hasta identificar fotos o jugar a las películas. Además, ITV ha comprado, los derechos de Un, dos, tres, que en inglés se llama Three, two, one. No faltan tampoco las series norteamericanas (Dallas, Soap o Starsky and Hutch), aunque son las de producción propia las que alcanzan mayores éxitos. El mejor ejemplo es Coronation street, producción de ITV, que lleva más de 20 años en antena y que se ha convertido en objeto de tesis doctorales.Los aficionados a la música pop tienen un programa que se ha convertido también en un símbolo de la televisión, The top of the pops. Periódicamente se censuran algunos vídeos, como ocurrió en el caso de uno de David Bowie y en otro de los Rolling Stones, pero en general se mantiene un buen nivel, invitando al programa a lo último de lo último.

La televisión privada se financia con los anuncios, mientras que la pública lo hace a través de una licencia anual que paga todo aquel que posee una televisión. La ausencia de anuncios en la BBC, permite a la televisión pública mantener un programa de defensa del consumidor en el que se critica agresivamente productos que, en ocasiones, están siendo pregonados en las cadenas privadas. Prácticamente todos los meses alguna compañía se ve obligada a retirar un producto del mercado, por culpa de las denuncias de la BBC-1.

La competencia entre la televisión pública y la privada les ha llevado también a inaugurar casi simultáneamente una programación especial para madrugadores: comienza a las seis de la mañana y empalma a las nueve con la emisión normal. En esta ocasión, ha sido la BBC-1 la que le ha ganado el terreno a la ITV.

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