Intercambio
En Moscú existe un mercado al aire libre donde se venden animales. Venden pichones y conejos, animales para comer, pero en su mayoría se trata de animales para querer. Venden, sobre todo, seres vivos para convivir con ellos: perros, gatos, hamsters, peces de numerosas clases y tamaños.Es muy estremecedor este mercado. Casi ningún animal aparece como algo separado de su amo. Más bien, y esto es muy patente en los mamíferos, están junto a su dueño tan unidos que ambos parecen víctimas de la misma adversidad. Los dos se exponen a la venta como a una espantosa e inevitable condena. Ninguno de los que allí están como vendedores, con el perro en los brazos o arrimado a las piernas, invita a adquirir ese animal. Ni siquiera hacen ademán de ponderar sus cualidades. Los compradores se agitan y son ruidosos, pero los vendedores están casi quietos y apenas, hablan. Matronas que guardan en su regazo, arropada con una toquilla, una camada de gatos; un adolescente plantado junto a un mastín esbelto y leal; un matrimonio maduro que ha traído, con los cachorros nacidos en el piso, a la perra -no puesta en venta- que los amamanta. Hay que comprar en estas condiciones. Hay que comprar y hacer pasar el precio entre esa ligazón del animal y el amo. Hay que hundir nuestro deseo, como una lenta segur, entre su vínculo. A fin de cuentas, nos decimos, están ahí para eso. Preferirían acaso no padecer esta desgarradura, pero una vez en este recinto es obvio que esperan sentir el dolor, que prefieren salir cuanto antes separados de su animal, ganadores de una áspera emoción traducida en dinero.
Efectivamente estos vendedores son como asesinos o suicidas. Criminales quizá que buscan su excitación de esta manera. Parecen desvalidos cuando llega la hora de entregar su mercancía, pero, al cabo, pensamos, son los más beneficiados. El animal recién llegado al comprador no es nada, un remedo de la muerte. Pero en él la ausencia queda enaltecida, convertida en su jugosa desgracia.
Sin aspavientos, mediante ésta sensación salobre, se aprende bien cómo los hombres generan valor en las relaciones de intercambio.
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