Fernando Castañón
El secretario del juzgado de Avilés recorre el mundo en bicicleta
Sus primeros pedaleos los hizo este ciclista frustrado en la bici de una hermana, con la que subía de pequeño el puerto de La Espina, en Salas. Hasta que decidiera hacer largos viajes en solitario, nota de desenfado que se contrapone a la seriedad y aspecto gris del mundo judicial, Fernando Castañón se fue a estudiar interno a Salamanca y regresó posteriormente a Oviedo para cursar Derecho. Fue en 1973 cuando sintió la necesidad de retornar a la bicicleta. Durante sus estudios había conocido varios países europeos, a los que había viajado en autoestop. "Conocí a unos amigos y empezamos a hacer pequeñas salidas de corta duración en bicicleta. Incluso en una ocasión nos fuimos a los Pirineos y a Suiza, pues realmente lo que me gusta es la montaña".Aquellas primeras salidas dieron a Fernando Castañón experiencia y, sobre todo, ganas. Pero se le quedaban cortas, por lo que en 1980 decidió irse a Inglaterra con su mochila y comprar allí todo lo necesario, incluida la bicicleta. Se subió en ella, y en 40 días recorrió 4.300 kilómetros a fuerza de pedal. Cruzó Europa y, por Barcelona, volvió a Asturias.
Un año más tarde se fue en coche hasta Dinamarca y desde allí, en bicicleta, hasta Cabo Norte. Recorrió, encima del sillín, un total de 3.000 kilómetros durante 24 días. En 1982 quiso ir a la Unión Soviética, "pero no me lo permitió la embajada, quizá porque en bicicleta, de un sitio para otro, sería un elemento no controlado". El pasado año se fue al Peloponeso y pasó por los Balcanes, Sofía, Bucarest y Hungría, para terminar en Salzburgo. Casi 3.500 kilómetros.
Cuando va en bicicleta lleva lo imprescindible, aunque siempre con un margen de víveres, medicamentos y material de reparaciones para imprevistos. Asegura que sus viajes no son caros, y los organiza con algunos ahorrillos, "pensando siempre en alguna paga extra". Cuando el tiempo lo permite, evita los hoteles o la tienda de campaña y duerme al aire libre. "Pretendo, en todo lo posible no comprar la sonrisa o la amabilidad ajenas con dinero", afirma Fernando Castañón. Espera de las múltiples gentes que conoce la ayuda necesaria. Sólo en escasas ocasiones se ha tropezado con el rechazo. "Viajar en bicicleta te permite implicarte más con la gente y con la naturaleza, aprender sus idiomas, conocer a personas que nunca salen en los periódicos y que tienen detrás de ellas una historia realmente muy importante".
Dice que viajar solo no le da miedo y que son pocos los problemas a los que tiene que enfrentarse. "Hay ocasiones en las que realmente lo pasas mal. Entonces aparece tu personalidad conservadora, que te cuestiona el viaje. ¿Por qué te metes en estos líos?, me dice. Pero pronto surge la personalidad aventurera, animándome para que siga adelante".
Le gusta viajar solo, aunque no rechaza la compañía. "En este último caso tiene que tratarse de una persona o varias con las que realmente te sientas muy compenetrado. Rechazo la compañía entendida simplemente como una protección".
Para el secretario del juzgado de Avilés "la bicicleta es un símbolo de libertad, que te permite una capacidad de movimiento mayor". Al menos una vez a la semana, Fernando Castañón recorre 100 o 200 kilómetros por la región, para entrenarse. Ahora prepara su próximo viaje a Estados Unidos y hace cálculos sobre los días de vacaciones y permisos que podría coger en su trabajo.
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