Buenas intenciones
En su primera película como director, Javier Elorrieta hijo de uno de los más prolíficos artesanos del cine de décadas anteriores, el ya fallecido José María Elorrieta, decidió afrontar el tema de los fisicamente disminuídos que afrontan la vida de una gran ciudad como si dispusieran de todos sus resortes. La pareja de ciegos que protagoniza La larga noche de los bastones blancos, se encierra en el vagón de un metro que sólo anuncia su retirada en un cartel para videntes. Sin otra información, se adentran en él, viviendo una de sus terribles aventuras, inseguros en un mundo que desconocen.Las buenas intenciones de esta denuncia quedaron obyiamente reflejadas en el filme, pero no se acompañaron de suficiente inspiración. Elorrieta anegó su obra de discursos ("filme sermón, lleno de palabras mayúsculas", en versión del crítico Antonio Llorens) y de una relación de imágenes poéticas que recordaran al espectador el bello mundo de los videntes, refugiándose antes en el tópico del paisaje que en la emoción de su protagonistas.
La larga noche de los bastones blancos se emite hoy a las 22
20 por la primera cadena. Tarzán y el niño de la jungla, en la misma cadena, se emitirá a las 17.05.
Los ingredientes de la película no permitían metas muy ambiciosas aunque Elorrieta trató de llamar la atención de cada uno de nosotros. Sin duda, al acabar la proyección puede tenerse el resquemor de que lo denunciado nos concierne, pero su desarrollo no afecta de forma similar ,
Mas que el trabajo del director, es el de los actores el que puede arrastrar a una mínima complicidad. Tanto José María Rodero como Enrique San Francisco realizan un trabajo sensible y comprometido, muy especialmente en el caso del segundo, al que es menos habitual ver en papéles protagónicos. Tras su excelente intervención en Maravillas, de Manuel Gutiérrez Aragón, nos hemos familiarizado con su buen quehacer, pero en 1979, año de producción de La larga noche de los bastones blancos, aún podía resultar insólito. Sin histrionismos, y con eficacia profesional, Enrique San Francisco adecuadamente da la réplica a Rodero, apuntando una normalidad de difícil logro en un texto tan lirerario.
El mítico Tarzán
Antes de emitirse este filme, una nueva entrega de la saga de Tarzán (Tarzán y el niño de la jungla, 1968) amenizará, o no, la sobremesa. Mike Henry fue el actor que encarnó en esta ocasión al mítico hombre salvaje. Lo había hecho ya en dos ocasiones anteriores, y con idéntica mala fortuna. De ahí que en la película se incluyeran buenos fragmentos documentales: había que arreglar el entuerto de alguna forma.
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