La diferencia entre regiones ricas y pobres aumentó en 1980 y 1981
El estudio bianual 'Renta Nacional de España' revela el crecimiento de las rentas de trabajo
El proceso de aproximación en los niveles relativos de renta entre provincias ricas y pobres, registrado en el período 1967-1979, se interrumpió este último año. En el bienio 1980-1981 volvieron a acrecentarse las diferencias relativas de renta familiar por persona de las provincias españolas. Según el estudio Renta Nacional de España, la renta familiar disponible por persona los años de expansión económica experimentó un proceso desconcentrador muy acusado, más como consecuencia de la caída de la población en las regiones deprimidas que por la evolución de la renta total.El estudio señala que el índice de Gini, para las 50 provincias españolas, registró en cuanto a renta familiar disponible por persona en 1967 un coeficiente de 0,16329 que se redujo hasta 0,12836 en 1973. Hasta 1979 prosiguió la tendencia desconcentradora, al situarse el índice en 0,09619 (el 59% de 1967). Pero en 1981 dicho índice se sitúa en 0,10247, lo que supone un acrecentamiento de las diferencias relativas de renta familiar por persona de las familias españolas, respecto a 1979, pero corrección de la desigualdad respecto a 1973.
Las rentas de trabajo
Este dato es calificado como "un hecho del máximo interés a tener en cuenta por los responsables políticos, sociales y económicos de España". Entre 1979 y 1981 se ha interrumpido el ritmo de aproximación de niveles relativos de rentas entre provincias ricas y pobres. Aunque se indica que este fenómeno se debe en buena parte a la evolución demográfica, "es un síntoma preocupante el que se tienda al ensanchamiento de las diferencias en renta regional por persona.Una segunda conclusión significativa es la que señala el cambio registrado en la distribución funcional de la renta entre 1979 y 1981.
Entre 1979 y 1981 el estudio detecta una mayor participación de las rentas de trabajo en la renta interior neta, a pesar del descenso del empleo asalariado. Los factores más perjudicados en este cambio de estructura de la distribución funcional han sido la renta de los agricultores, que pierde el 21,4% en su participación global, el ahorro de las empresas y, en menor proporción, las rentas de los empresarios autónomos (Ver cuadro 3).
Pero donde el cambio fue más significativo es en la Renta Familiar Disponible, que gana 5,46 puntos en la participación de la Renta Interior Neta. Las prestaciones sociales se incrementan en dos años en el 110%, pasando de absorber el 10,2% de la Renta Interior Neta en 1979 al 16,5% en 1981. Al mismo tiempo los impuestos directos sobre las familias y las cuotas de seguridad social pasan de absorber el 17,8% del Producto Interior Neto en 1975) al 19,1% en 1981.
Según el estudio, estos datos hacen válido el comentario de: la Renta Nacional de España de 1979, en el que se indicaba que "el paro y el crecimiento del número de juibilados y pensionistas están absorbiendo, con creces, los modestos incrementos de producto en los años en crisis. Dicha tendencia aunque introduzca alguna mejora en la distribución de la renta y palie los efectos de la crisis, conduce inexorablemente a la paralización del crecimiento, negando la posibilidad de acceso de las nuevas generaciones al empleo. Un panorama ciertamente oscuro al que la política económica tendrá que hacer frente, aún contando con la protesta de la sociedad".
Caída del sector agrario
En relación a la estructura de la producción española, entre 19 79 y 1981 se ha mantenido la tendencia que viene constatándose desde 1973. Es decir, se prolonga el proceso de una mayor terciarización de la economía española, la caída del sector agrario y de algunos sectores fabriles y de construcción. El cambio en la estructura productiva parece inevitable.Los sectores productivos que han perdido peso más intensamente, en la estructura española entre 1979 y 1981, han sido la agricultura; industria textil; cuero; vestido y calzado; industria de la madera y el corcho. Han ganado importancia relativa todos los sectores de los servicios, pero de forma más intensa los servicios de las administraciones públicas; enseñanza, sanidad; ahorro, banca y seguros; servicios diversos (ocio, servicios personales, etc) y propiedad de viviendas.
Entre los sectores industriales destaca la mayor importancia del sector energético (agua, gas y electricidad), y de las industrias de papel, Prensa y artes gráficas. También ha mejorado la participación del sector de pesca marítima.
Baja de la renta real
El bienio 1980-1981, aunque incorpora un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 1,2%, fue decreciente al evaluar la Renta Nacional, en tasa del 0,4%. A ello contribuyó la decreciente cuota de amortización, derivada de la obsolescencia del equipo productivo y del crecimiento del saldo deficitario de las rentas externas. Pero como la población residente creció en el bienio el 2,2%, la renta real por persona a los precios del mercado se vio reducida en el 2,5%.Los precios crecieron mucho menos que en el bienio 1978-1979. Aun así, el deflactor ligado al coste de factores se elevó el 28,68% y el incorporado a los precios de mercado, el 29,76%. La diferencia se debe al acusado crecimiento de los impuestos ligados a la producción y a la exportación, netos de subvenciones, que aumentaron el 54,43%, en términos corrientes.
En lo que se refiere a la renta regional, cabe señalar que el distinto comportamiento de los precios sectoriales ha favorecido, a este respecto, a las regiones con mayor incidencia en las actividades terciarias, y dañado a las de predominio agrícola o industrial. Han ganado participación en la renta interior española Baleares, Canarias, Galicia, Madrid y Comunidad Valenciana, mientras que perdieron importancia relativa el País Vasco, Extremadura, Castilla-La Mancha y Asturias.
Entre 1973 y 1981 la producción española ha seguido concentrándose en las regiones más ricas y más pobladas. Del conjunto mostrado por la evolución del PIB en España, en los años de crisis económica, queda clara la mayor incidencia de la crisis industrial en las regiones de la cornisa cantábrica: País Vasco, Cantabria y Asturias; y la profunda caída de la producción agrícola en las regiones en las que predominan los cultivos de secano: Aragón y las dos Castillas.
Como puede observarse en el cuadro sobre la tasa de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) entre 1973 y 1981, los mayores crecimientos se han registrado por lo general en regiones que experimentaron gran expansión industrial y de la productividad durante el período.
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