El 'parlamento' infantil de Alcalá de Henares reivindica menos deberes y más recreo
Elena Rodríguez Vázquez, de 13 años de edad, estudiante de octavo de Educación General Básica, ha sido elegida por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares como la defensora de los derechos de los niños de esta localidad, de 150.000 habitantes, situada a 30 kilómetros de Madrid. Entre las principales reivindicaciones de este sector de la población alcalaína figura la petición formal de que se pongan menos deberes en los colegios y que se amplíe el tiempo de recreo.
El parlamento infantil de Alcalá de Henares, que se reúne una vez al año en el salón de plenos del ayuntamiento, comenzó a funcionar el pasado año por iniciativa de la concejalía de educación del ayuntamiento y lo integran niños representantes de cada uno de los colegios públicos y privados de la localidad citada. Tanto la corporación como los colegios, 30 en total, se obligan a incluir en su reglamento de régimen interior lo que éstos aprueben en el plenario.Estos parlamentarios bajitos decidieron, reunidos en pleno el pasado día 22 de diciembre, elegir el trabajo de Elena Rodríguez sobre los derechos del niño en la comunidad alcalaína como el mejor de todos. El ayuntamiento la nombró después portavoz de los niños.
La defensora de la población infantil representará fisicamente a su electorado en los actos oficiales y protocolarios de la corporación y será portavoz de las quejas de los niños ante el ayuntamiento.
"También podemos opinar"
Elena Rodríguez, que aún no ejerce como defensora de los niños, considera que los derechos de este sector están directamente ligados a la vida escolar. En este sentido destaca como un derecho fundamental de los niños "que los colegios se encuentren en buen estado y con instalaciones adecuadas".La presidenta de los escolares de Alcalá sentencia "que lo que sucedió en el colegio de Ortuella, donde murieron un montón de niños a causa de una explosión de gas no puede volver a repetirse".
"Pedimos también", afirma muy segura, "profesores justos y comprensibles; respeto mutuo entre alumnos y enseñantes; cantidades de deberes aceptables que no nos conviertan en esclavos; tiempo de recreo suficiente para expansionamos y olvidarnos de las asignaturas; más deporte, más excursiones y clases de música y danza".
La defensora de los niños alcalaínos, que estudia en el colegio de las Adoratrices, confiesa que desde que fue nombrada para el cargo sus compañeras de clase se meten mucho con ella y siempre esperan que levante la voz para salir en su defensa.
Pese a las bromas lógicas del cargo, Elena tiene muy claro que los derechos de los niños no son totalmente respetados y que es imprescindible que se hagan oír, porque "nosotros también podemos opinar". Elena, a la que de mayor le gustaría ser relaciones públicas -"porque me gusta mucho el trato con la gente"-, se muestra contraria a la aplicación de castigos porque suponen una vejación para los niños, que pueden tener consecuencias fatales.
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