El presidente Ronald Reagan utilizará la recuperación económica de Estados Unidos como su principal arma electoral
La campaña electoral estadounidense, cara a la elección presidencial del próximo 6 de noviembre, continúa su curso con la batalla previa entre los aspirantes a la nominación del Partido Demócrata, mientras, desde la Casa Blanca, el presidente republicano, Ronald Reagan, prepara su estrategia para enfrentarse con los demócratas.La economía será una de las principales armas electorales de Reagan para intentar permanecer otros cuatro años en la presidencia. De ahí que cada uno de los indicadores económicos sobre la marcha del capitalismo norteamericano se miren con lupa en la Casa Blanca y se analicen, sobre todo, en función del calendario político. En realidad, hay que aguantar la recuperación económica como sea, al menos hasta el otoño, si Reagan quiere demostrar a los norteamericanos que ha sido el artífice de la salida de la crisis económica en que se encontraba Estados Unidos en febrero de 1981, cuando el republicano Ronald Reagan sustituyó al demócrata James Carter.
"Los últimos indicadores demuestran que entramos en un segundo año de sólida recuperación económica", comentó el portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes, al anunciarse la pasada semana una serie de indicadores económicos en EE UU. La frase revela un optimismo un tanto exagerado si se comparan todos los indicadores de la economía norteamericana.
La sombra del déficit
Hay que valorar, en la columna de índices positivos, la continuidad de un sólido crecimiento del producto interior bruto (PIB), que alcanzó un índice del 7,2% en los últimos tres meses, por encima de las previsiones oficiales, que los situaban en el 6%. Aumentaron las viviendas construidas, las fábricas norteamericanas trabajan a un 80% de su capacidad productiva y, sobre todo, continúa la recuperación en el sector del automóvil, con una subida de la producción, el pasado mes de febrero, del 30% respecto a febrero de 1983. El desempleo, otro factor a añadir en la lista de indicadores favorables, bajó del 8% al 7,8% en febrero, con previsiones de nuevos descensos ante la creación habitual de nuevos puestos de trabajo al final de la estación invernal.Frente a esos dos aspectos alentadores para la recuperación económica, la Administración Reagan afronta otros puntos menos estimulantes, como el fuerte déficit comercial, que en febrero se situó en 10.100 millones de dólares superior a las previsiones de economistas privados. O como la tendencia de los bancos a subir el prime rate (tipo de interés que los bancos cobran a sus principales clientes), que pasó del 11% al 11,5%, con expectativas alcistas.
El temor inflacionario del Federal Reserve (FED), dirigido por el polémico Paul Volcker, se concretó la pasada semana al anunciar la Administración Reagan las últimas cifras de inflación. En febrero, los precios al consumo subieron el 0,4% en EE UU, con una proyección anual para la inflación del 6,1 % (cuando ésta se cerró con el 3,8%, en 1983).
Los inversores continúan preocupados, a largo plazo, por otro de los graves problemas que amenazan a la recuperación de EE UU: el déficit presupuestario. El presidente Ronald Reagan explicó ante el Senado las medidas orientadas a reducir los 200.000 millones de dólares anuales a que asciende. Pero, la Casa Blanca se resiste, como es lógico en año electoral, a utilizar la mecánica de nuevos impuestos para disminuir el déficit, o moderar el crecimiento del gasto militar, como piden los demócratas.
En definitiva, el presidente Reagan continúa en una postura de fuerza ante sus adversarios demócratas, en cuanto a argumentos electorales que pasen por el capítulo económico.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.