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Frustración en Bilbao por la falta de entradas para el Athlétic-Real Madrid, el choque de la igualdad

ENVIADO ESPECIAL, A Javier Clemente le preocupa el exceso de presión que ha ahogado esta temporada al Athlétic en los partidos clave. A Alfredo Di Stéfano le obsesiona el fútbol racial y de balones largos al área del equipo bilbaíno. Medio Bilbao ha vivido obsesionado, a su vez, por la falta de entradas para el gran choque de San Mamés, el choque de la igualdad. La frustración y el desencanto ante la imposibilidad material de hacerse con el deseado billete es casi tan grande como la esperanza de una hinchada que sueña con volver a ver en un mes a sus ídolos vitoreados en gabarra por la ría. Para el Madrid, perder hoy podría significar, más que una simple derrota, la inquietante hipótesis de quedar por cuarto año consecutivo sin el título de Liga.

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Desde que el Athlétic disputó la final de la Copa de la UEFA de la temporada 1976-1977 con la Juventus de Turín, no se recuerda un ambiente similar por el bocho. El entrenamiento de ayer de los leones fue seguido por un gran número de aficionados. Las modélicas instalaciones de Lezama apenas pudieron albergar a todos aquellos vehículos que transportaban fervientes hinchas del Athlétic, deseosos de presenciar, sin más, las carreritas, toques de balón, algún que otro disparo y, no podían faltar, los centros al área desde ambas esquinas para que defensas, medios y delanteros bilbaínos bombardearan a Zubizarreta. Algo similar ocurrió en Lasesarre, campo del Baracaldo, donde Di Stéfano ejercitó a los suyos ante otro nutrido grupo de aficionados, que se congregaron en el campo baracalés en mayor medida de lo que suelen hacerlo en los mismísimos partidos oficiales.Lo de las entradas ha batido también récords de paciencia y aguante. Desde la noche del miércoles hasta el jueves por la tarde, frente a las taquillas oficiales de San Mamés se situaron ya varios cientos de desesperados hinchas, deseosos de apoderarse pacíficamente de su entrada. Sólo se pudieron poner a la venta 700 numeradas, ninguna de ellas de tribuna principal, y unas 2.000 de pie, al estar el aforo cubierto en su mayor parte por los propios socios. La orden taxativa dada a los encargados fue la de despachar sólo una localidad por persona. Algunos la obtuvieron. Como Francisco Gómez, quien, según se nos indicó, permaneció en vigilia desde las 11 de la noche del miércoles hasta las cinco de la tarde del día siguiente, hora taurina en la que, por fin, vio cumplido su sueño de hacer el paseíllo frente a la taquilla oficial. Lo anecdótico es que el hombre aguantó el tipo por una entrada que personalmente no necesitaba, al ser socio del club. Era para un familiar que le había implorado, desde Lugo, que obtuviese tan preciado tesoro "como fuese".

Se aseguró también en medios próximos al club bilbaíno que hubo quienes, precavidos, guardaron su cola nocturna, turnándose en el oasis de un Land Rover aparcado en las inmediaciones de San Mamés. La reventa, además, ya se ha disparado.

Igualdad

Athlétic y Real Madrid llegan igualados a casi todo al choque del 75%, porcentaje en el que parecen coincidir unos y otros que es lo que se juega en la vieja catedral. Al equipo de Clemente se le recrimina, en relación con su magnífica trayectoria de la temporada anterior, el que haya caído en un fútbol medroso, vulgarote y contemporizador. Ciertamente, el Athlétic ha sido incapaz esta temporada de parecerse a sí mismo en los partidos más comprometidos. Ha fracasado en todos, excepto en la igualada a cero del Bernabéu. Y para rematar cierta inquietud vasca, en el mes de marzo que ya acaba sólo ha logrado tres goles, el de Dani que supuso salvar un punto ante el Español; el de Manolo Sarabia en Murcia, que conllevó la conquista de dos positivos de oro, y el testarazo de Liceranzu al Spórting, que privó al equipo gijonés de haberse llevado un justo empate de Bilbao.El propio Clemente es consciente de que esta vez hay que dejar a un lado agarrotamientos mentales, que dan paso luego a los musculares. Y es que el Athlétic ha perdido los dos encuentros ligueros con el Barcelona, y también el primero, decisivo, en su eliminatoria ante los propios azulgrana en la Supercopia; el Atlético de Madrid se llevó un punto de San Mamés y derrotó a los bilbaínos en el Manzanares. y, en fin, que tras haber alcanzado un numantino empate en Liverpool, el miedo y esa presión mental acarrearon luego la eliminación ante los británicos en la mismísima catedral.

Las inquietudes del Madrid pasan por otro tipo de factores, que podrían suponer el vuelco y una reactivación técnica, que, obviamente, comenzaría con el propio Alfredo Di Stéfano, al que sólo el título de Liga le supondría el aval de una continuidad ampliamente cuestionada en determinados sectores del club, e incluso por aquello de su mala imagen exterior. Ayer, sin ir más lejos, en Lasesarre los medios informativos bilbaínos volvieron a sentirse molestos con su actitud.

Pero, lo que es más importante, se entraría por parte de la masa social en una especie de desencanto, al que no es ajeno el presidente, Luis de Carlos, que intenta dar imagen de serenidad en previsión de que el club pueda quedarse por cuarto año consecutivo sin el título de Liga, el que delimita en gran medida el éxito o el fracaso de una temporada.

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