El talante liberal de EL PAÍS
Con la aparición de EL PAÍS, el colectivo de la Prensa española se enriqueció en calidad, solvencia y pluralismo ideológico. Fue, a mi juicio, el principal abanderado de la democracia hasta 1980. A partir de ahí, siempre según mi opinión, sigue siendo el más importante y tal vez el mejor; pero porque los demás, del comentario, la crítica o la denuncia en tonos civilizados han derivado ostensiblemente hacia el sensacionalismo desaforado, la zafiedad, el dicterio, la demagogia... y algunos etcéteras más.Quizá influya la competencia feroz, mas no lo justifica. Por supuesto que estimo la libertad de expresión: es deseable y necesaria en un cuerpo social democrático; pero, ¡ojo!, atentan contra la democracia los que usan abusivamente de ese derecho.
Como asiduo lector de EL PAÍS, vengo observando con preocupación cómo éste se va desprendiendo de su prístino y atractivo talante liberal. Algunos de sus editoriales son verdaderos encajes de bolillo, aparentando laboriosos y equilibrados juicios que enmascaran verdaderos dardos envenenados. Siembran el confusionismo y proporcionan argumentos a los mismos que se aparenta combatir.
Se condena tajantemente un acto reprobable y seguidamente se lanza el terrible pero adversativo, demoledor de la exposición procedente, con la relación de unas supuestas motivaciones que intentan justificar lo injustificable.
Teniendo en cuenta que EL PAÍS viene comportándose como un epígono del PNV y el PNV es un beneficiario político de ETA nada puede impedir al personal que piense lo peor. Supongamos que no hay oculta intencionalidad, pero el efecto que produce en la inmensa mayoría de los lectores es esa, que es lo que debe contar.
De verdad quisiera equivocarme. / (Murcia).
