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Balance de las elecciones autonómicas vascas

Herri Batasuna, 'encastillada' dentro de la sociedad vasca

Las elecciones del pasado domingo en Euskadi renuevan la impresión de que Herri Batasuna dispone de un fuerte nivel de resistencia, a pesar de los indicios que apuntan un descenso de sus apoyos. Hoy le vota un número de personas similar al de los comicios autonómicos de 1980, pero pierde dos puntos en porcentaje sobre el total de electores, lo cual es señal de que no crece prácticamente nada entre los nuevos votantes. A su vez pierde sufragios respecto a las legislativas de 1982, si bien en porcentaje apenas sufre alteraciones, porque la participación ha sido inferior a la del 28-0. Puede describirse a Herri Batasuna como una opción encastillada en el cuerpo social vasco: mantiene apoyos significativos pero no consigue crecer, a pesar de los incrementos del censo.

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Una simple ojeada a la historia electoral de HB permite comprobar que la coalición nacionalista radical dispone hoy de un apoyo casi idéntico, en cifras absolutas, al de su primera comparecencia en las urnas. No se encuentra en su mejor momento; no ha conseguido hacerse un hueco mayor en el conjunto del cuerpo social vasco; pero la fidelidad del grueso de sus votantes sigue siendo notable.Si las elecciones en Euskadi sirven, entre otras cosas, para clarificar cual es el nivel de adhesión a la violencia política, habrá que convenir en que el sector que apoya dicho método no sufre reducciones apreciables. Herri Batasuna ha experimentado altibajos a lo largo de su historia electoral, pero la experiencia del domingo pasado resulta reveladora: unas elecciones, realizadas en plena violencia, arrojan en las urnas un voto de resistencia nada desdeñable.

Técnicamente, lo más correcto sería comparar cada elección con su homóloga anterior. Sin embargo, este tipo de análisis arroja poca luz, como puede comprobarse en el gráfico adjunto: los comicios locales de 1979 dieron a HB el mejor resultado de su historia, y los de 1983 situaron a la, coalición en el nivel más bajo. Su estabilidad en elecciones autonómicas se ha demostrado muy grande en cifras absolutas (152.000 votos en 1980, 157.000 en 1984), pero como este año el censo de electores es notablemente más elevado y han acudido a las urnas más personas que en 1980, el porcentaje de HB es inferior a las autonómicas anteriores.

La estrategia habitual de Herri Batasuna, que excluye la participación en las instituciones -excepto en las entidades locales-, resta importancia al tipo de consulta de que se trate e invita a observar la evolución como un recuento de adhesiones. Con este método de análisis, Herri Batasuna resulta menos regular de lo que parece, pero siempre se ha situado entre el 14 y el 20% de los votantes vascos.

El carácter de recuento de adhesiones resulta aun más claro si se observa la constante referencia de ETA a HB, y de HB a ETA. En vísperas de los comicios legislativos de 1979, dirigentes de la organización terrorista anunciaron que los votos de HB iban a permitirles "contar sus simpatizantes más directos".

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"Poder fáctico" con brazo político

La campaña autonómica de 1980 se caracterizó por las constantes referencias de HB a la independencia y al apoyo a ETA Militar. En las legislativas de 1982, Periko Solabarría no se recató en afirmar que "la soberanía del pueblo no se consigue discutiendo, sino con las armas en la mano", aunque otro dirigente, Iñaki Esnaola, ofreciera la salida política de pedir una tregua a ETA Militar si Felipe González aceptaba negociar la alternativa abertzale. Por si quedaba alguna duda, ETA volvió a solicitar el voto para HB la semana pasada. El terrorismo vasco constituye un cierto poder fáctico, según se ha puesto de manifiesto a lo largo de los años transcurridos desde el restablecimiento de la democracia.

Implantación social

Ese poder dispone de un apoyo social y político que nunca ha superado las 190.000 personas, pero que tampoco ha bajado de 140.000. Hay una franja electoral en que resulta difícil saber cuántos son los apoyos directos a los métodos de ETA,y cuántos responden a otras motivaciones. El estudio Abertzales y vascos, realizado en 1980 por los profesores Pérez Argote, Garmendia y Parra Luna, ponía de relieve que los inmigrantes con menor nivel de identificación vasquista son los que se proclaman más nacionalistas y más independentistas: la inadaptación se resolvería, según esta tesis, mediante la adscripción a las opciones más radicales.

El fenómeno Herri Batasuna carece de parangón en cualquier otro lugar de España. Algunos observadores de la realidad vasca sostienen que HB recibe un voto extremista o de descontento radical, que en otras zonas se dirige hacia diversas opciones minoritarias. Esa explicación puede ser cierta, pero sólo parcialmente. Los cambios y desapariciones de los partidos a la izquierda del PCE contrastan con la continuidad de los resultados de HB en las urnas, pese a los altibajos mencionados.

Tampoco en Europa resulta fácil encontrar muchos ejemplos que pudieran ayudar a explicarse el fenómeno. Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, comparó alguna vez a Herri Batasuna con el partido nazi alemán. Otros observadores creen, más bien, en el peligro de que se generalice un conflicto en el seno de la sociedad civil de Euskadi. El temor al deslizamiento hacia una situación comparable a la del Ulster se encuentra muy presente en este tipo de análisis.

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