_
_
_
_

Dos pueblos valencianos festejan la decisión del Gobierno de cambiarlos a otro emplazamiento

Un ambiente de celebración reinaba ayer entre los habitantes de Gabarda y Beneixida, dos pueblecitos de la provincia de Valencia que resultaron prácticamente destruidos por las inundaciones de octubre de 1982. El día anterior, el Consejo de Ministros había aprobado las inversiones necesarias para construir en un nuevo emplazamiento ambas localidades.

En sendos plenos municipales, Gabarda y Beneixida declararán fiesta local el 22 de febrero por esta razón. No obstante, algunas familias de Gabarda se resisten a abandonar su actual lugar de residencia, pues alegan que sus casas no necesitan más que una pequeña reparación y que es en realidad más costoso construir un pueblo nuevo. Se trata de 19 familias según el secretario de ambos ayuntamientos, Mario Tortosa; y de 47 según algunos de los afectados.Este problema se da únicamente en Gabarda, que cuenta con un censo de 1.229 habitantes. En Beneixida, que tiene 581, el deseo de que se edifique un nuevo pueblo es unánime entre los vecinos que viven en casas prefabricadas, como es el caso del propio alcalde, el socialista Nazario García Juan.

La promesa del ministro

"Pues menos mal que no ha sido hoy 23 de febrero", decía el secretario de los ayuntamientos. "Ya hubo rumores de que se iba a aprobar el 28 de diciembre, día de los Inocentes, y no nos hacía ninguna gracia". Mario Tortosa había apostado el día antes una paella con el alcalde de Gabarda, Vicente Benacloche, pues aquél pensaba que no se aprobaría el 22 y el alcalde que sí. "La he perdido, pero estoy contento", decía."No volem diners, volem poble nou" ("No queremos dinero, queremos pueblo nuevo"), decía un grupo de niños de Beneixida al ministro de Obras Públicas y Urbanismo, Julián Campo, el 19 de diciembre de 1982, durante una visita que éste giró a las zonas afectadas. "Tendréis un pueblo nuevo" respondió el ministro, y poco después de un año todo está dispuesto para que en cuestión de días se proceda a la expropiación de los terrenos y comiencen las obras.

Únicamente las dos respectivas iglesias parroquiales, del siglo XVIII, serán Conservadas previa la oportuna restauración, y es probable que las familias de Gabarda que se resisten a abandonar sus viviendas permanezcan habitándolas y no se derriben. El resto será demolido.

La operación supone uña aportación de más de 3.650 millones de pesetas a cargo de la Administración central; 333 millones, a cargo de la Generalitat valenciana; y 254 millones, aportados por la Diputacion provincial de Valencia. Las viviendas antiguas han sido tasadas y los propietarios podrán escoger entre las nuevas y abonar la diferencia, cuando la haya, mediante créditos a bajo interés. Los actuales cascos urbanos serán entregados al Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA) para que los destine a cultivos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Los terrenos donde se construirá la nueva Gabarda cuestan 31 millones de pesetas y ya están pagados, a falta de 19 millones. En cuanto a los de Beneixida, supondrán un coste de 45 millones de pesetas, que aún no han sido abonados. El nuevo emplazamiento de Gabarda está a un kilómetro y medio del actual. El de Beneixida, a dos kilómetros.

Pueblo fantasma

En Gabarda se pueden ver más viviendas habitadas, aunque hay muchas vacías. Beneixida, sin embargo, ofrece todo el aspecto de un pueblo abandonado, tal como se presenta en algunas películas del Oeste, con la mayoría de las casas en ruinas y sus puertas cerradas con cadena y candado. Algunos habitantes utilizan sus antiguas viviendas o comercios, aunque en estado casi ruinoso, porque no se han preocupado de hacer las reformas necesarias. Los ayuntamientos tampoco han realizado inversiones para obras municipales.Albergues o chalés, ésa es la denominación familiar que dan los habitantes a las casas prefabricadas donde residen, en parte porque, pese a su carácter, reúnen buenas condiciones de habitabilidad y fueron bien amuebladas. A pesar de la provisionalidad, los habitantes de estas viviendas han colocado algunos árboles y plantas en los pequeños espacios de tierra que quedan entre el cemento que sirve de base a estas edificaciones.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_