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Jornada de realizaciones

La bolsas cerraron con la sesión de ayer un ciclo de tendencia alcista que será recordado durante mucho tiempo por los que de una u otra forma han participado en él. Por primera vez en mucho tiempo, los mercados de valores gozaron de la plena confianza de la inversión, tanto institucional como privada, y contaron además, con una importante aportación de fondos extranjeros. Los volúmenes de la contratación de acciones son una de las variables que se suelen manejar a la hora de sondear la firmeza de una corriente alcista como la que ahora ha terminado. A juzgar por este dato, pocas veces en los últimos años la bolsa ha tenido tan buena salud, ya que casi todos los mercados estuvieron a punto de duplicar sus cifras habituales de contratación en la sesión del martes. En lo que respecta a Madrid, se negociaron acciones por un total de 1.979 millones de pesetas y se superaron los mil millones durante toda la semana pasada.

Lo que: sucedió ayer fue la lógica realización de beneficios que había de llegar, al menos para una parte de los inversores, exactamente aquellos que se fijan los objetivos más a corto plazo. Era una situación fácil de prever, ya que el martes, al cierre, casi todo el mundo tenía la sensación de que se había depositado la gota que colmaba el vaso.

Pero la sorpresa fue que ayer en pocos momentos se tuvo la sensación, en los parqués de los mercados nacionales, de que el papel fuese capaz de ejercer una presión insoportable sobre los precios. Incluso en muchos casos se logró superar la baja inicial ante la aparición de un dinero providencial, si bien en otros, como sucedió con Sevillana de Electricidad en el mercado madrileño, el alza registrada en los primeros momentos fue la que provocó la aparición de papel.

Estas situaciones se repitieron durante toda la sesión, por lo que al final el ambiente se hallaba más calmado de lo que cabría esperar en una jornada de realizaciones.

En el sector bancario las cosas no marcharon en principio demasiado bien, debido a la aparición de un volumen considerable de órdenes de venta, con más incidencia en los valores principales del grupo, los siete grandes, que llegaron a sumar un total de 147.14,2 títulos puestos a la venta y que quedaron sin contrapartida compradora.

A esta, cifra, sólo se le oponía el pequeño saldo comprador que ostentaba el Banco de Santander. Los saldos más abultados fueron para Banesto -con la mitad del total-, Hispano Americano y Popular. A pesar del brusco cambio en las posiciones, las cesiones en los precios no fueron grandes, entre 2 y 3 enteros, y abundaron las repeticiones.

A los valores industriales, casi olvidados durante esta corriente alcista, también les pasaron el recibo, sobre todo a aquellos que habían logrado acumular un beneficio importante. Constructoras, químicas; y alimentación pagaron las consecuencias de las subidas, quizá con más fuerza que los grupos que en realidad las promovieron.

La sersación que quedaba al final era la de que seguirían produciéndose recortes en los precios en días sucesivos, pero de una manera gradual, y también que los valores que reúnen una serie de expectativas favorables saldrán muy pronto del paso sin más problemas.

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