El Partido Nacionalista Vasco trata de demostrar que la autonomía funciona con un Gobierno nacionalista al frente
Con el repaso de los logros obtenidos desde 1980, pese al parón estatutario, como principal eje de la campaña, el PNV insiste en la necesidad de "seguir adelante" en la misma dirección, tras la experiencia de cuatro años de Gobierno autónomo monocolor. Influenciado acaso por los últimos sondeos, que coinciden en darle la mayoría absoluta, el PNV da prioridad en sus mensajes electorales a su reafirmación de tipo nacionalista -con la mirada puesta en hipotéticos sectores decepcionados de Herri Batasuna- sobre la necesidad de desarrollar una política de colaboración entre las fuerzas mayoritarias de la comunidad autónoma vasca. De confirmarse la tendencia electoral del sondeo publicado por EL PAIS, el PNV no se verá abocado, al menos a corto plazo, a pactar con otras fuerzas políticas para gobernar en coalición.El Partido Nacionalista Vasco elude pronunciarse frente a las encuestas que le deparan un futuro de mayoría absoluta en los próximos comicios; sin embargo, su oferta electoral responde a los esquemas habituales de una fuerza arrogante que capta la adhesión más numerosa de los ciudadanos. Entre los reproches que la oposición le ha formulado insistentemente durante estos años, destaca uno -el de la política exclusivista desarrollada por el Gobierno vasco- que no está siendo contestado por el PNV en la contienda electoral. Al mismo tiempo el PNV está intentando ampliar su base electoral hacia sectores presumiblemente decepcionados del abertzalismo radical.La existencia de los conciertos económicos, la creación de la policía autónoma, del ente público de radiotelevisión vasca, la prioridad presupuestaria de inversión pública, entre otros logros, figuran en el resumen que el PNV realiza de estos cuatro años para demostrar que la autonomía, con un Gobierno nacionalista al frente, funciona. Prefiere, por lo demás, defenderse de los ataques de ambigüedad frente a la violencia y de utilizar la estrategia de la tensión con el Gobierno central antes que explicar las verdaderas ' causas de la política exclusivista que el Gobierno Garaikoetxea ha realizado durante sus cuatro años de gestión.
En la última época del Gobierno nacionalista se incrementaron las quejas de la oposición ante la actitud del grupo mayoritario de la Cámara (25 de los 60 escaños) en relación a la aprobación de leyes consideradas fundamentales para el desarrollo estatutario. El PNV se remitía entonces a sus intentos de establecer un diálogo con la oposición en torno a leyes que resultaran conflictivas, como los proyectos presupuestarios o la denominada ley de Territorios Históricos. Lo cierto es que sólo cuando la LOAPA (ley orgánica de Armonización del Proceso Autonómico) amenazó la, validez del Estatuto, el PNV se aproximó a otros grupos de la, oposición, como Euskadiko Ezkerra. Sin embargo ahora, durante la contienda electoral, el Gobierno vasco hace caso omiso de esa actidud que la oposición le crítica y se limita a brindar un gesto al presidente Felipe González, -"la mano tendida después de las elecciones"-, sin citar en sus discursos la posibilidad de propiciar una política de concertación en el marco de la comunidad autónoma vasca.
Distancias con ETA
Su deseo de captar a los abertzales decepcionados parece evidente si se tienen en cuenta sus mensajes en esta campaña, de corte nacionalista sin complejos. Nunca las críticas de los dirigentes del PNV hacia sectores abertzales resultaron ideológicamente tan crudas como en estos últimos días, al hacer especial hincapié en que "el verdadero nacionalismo no necesita enviar telegramas de condolencia a la Unión Soviética por la muerte de Andropov". Mientras tanto Xabier Arzallus, se esfuerza en demostrar sus diferencias con ETA, y, acaso para que quede definitivamente clara la distancia que su partido mantiene con los grupos que practican la violencia en Euskadi, señala que el PNV y ETA ya no tienen nada que ver porque esta última está regida por la ideología marxista.
Por lo demás, el conflicto acaecido a principios del pasado mes de enero entre Carlos Garaikoetxea y la dirección de su partido -que fue vivido dramáticamente por los peneuvistas permanece latente durante la campaña electoral, especialmente entre el lendakarí y Xabier Arzallus, que han llegado a evitarse el saludo en actos públicos. A nadie se le oculta que la contradicción existente entre el proyecto de institucionalización de Euskadi -defendido de forma entusiasta por Garaikoetxea y sus colaboradores económicos en el comienzo de la gestión del Gobierno vasco- y los sentimientos e intereses provincialistas de gran parte de dirigentes del PNV volverá a aflorar en breve plazo.
En este sentido, aunque Arzallus haya anunciado que cuando se retire de la dirección del partido, por un período de dos años, según prevén los estatutos del PNV, no será un poder en la sombra, muchos cuadros del partido, temerosos de que las tensiones de la familia nacionalista vuelvan a airearse, están pendientes de que éstas se den en cuanto el lendakari tenga que designar a los futuros colaboradores de su equipo.
La campaña peneuvista, sin embargo, no se caracteriza por el ofrecimiento de un apoyo incondicional a Garaikoetxea como candidato a lendakari, sino como uno más de las Estas. Si bien es cierto que el aparato del partido no se ha mostrado nunca partidario de alimentar el culto a la personalidad en detrimento de la colectividad nacionalista, cabe resaltar la campaña especialmente anónima que el PNV está realizando a Carlos Garaikoetxea, y ello. teniendo en cuenta que si existe algún partido vasco que pueda apoyarse en la presentación de un candidato a lendakari, éste sería el PNV, porque ya ha contado con un presidente de Gobierno durante cuatro años.
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