Baile y arte sobre hielo
El patinaje artístico sobre hielo es el otro baile que nació en los países invernales por la necesidad de calzarse unos patines en determinados momentos. El efectuar movimientos y piruetas como diversión acabó convirtiéndose en deporte y en la competición del más difícil todavía. La construcción de pistas artificiales en el siglo XIX son fundamentales para el desarrollo de esta modalidad, que roza en muchos momentos con el arte al combinar gestos gimnásticos con un baile al son de la música, desde un vals hasta un pasodoble, sin olvidar los ritmos modernos.Por todo ello, el paso de los patinadores aficionados a los grandes espectáculos profesionales es casi obligado. Incluso determinadas figuras con gancho y mentalidad empresarial suficientes han intentado con éxito el establecimiento por cuenta propia, como es el caso del británico John Curry, campeón mundial y olímpico en 1976. Luego de una larga etapa en que el patinaje masculino sólo había impuesto unos ejercicios basados en las facultades físicas, dio un giro completo a la especialidad al unir y superar sus ya portentosas cualidades gimnásticas con un exquisito sentido de la danza.
Este deporte tiene cuatro apartados: individual masculino y femenino, parejas y danza, ésta también por parejas. La diferencia básica entre estas dos últimas modalidades es que en la danza no pueden hacerse alzamientos por encima de la cintura ni separaciones grandes y los giros están limitados a una rotación y media. Sin embargo, cuando parecía la hermana pobre del patinaje, pues se consideraba a los participantes en ella como mediocres patinadores individuales, la danza se ha convertido en el mayor espectáculo por su enorme belleza, sin necesidad de saltos espectaculares.
En todas las modalidades existen unas figuras obligatorias, a las que se puede añadir lo que se denomina un programa corto, también impuesto, y unos ejercicios libres. En la danza, el programa corto queda suplido por una danza de creación. Mientras en los ejercicios obligatorios se utiliza únicamente una zona de la pista, en los libres una de las faltas en la puntuación sería no hacerlo en su totalidad.
Dicha puntuación, para los programas corto y libre, es doble, según la impresión técnica, por un lado, y la artística, por otro. En la técnica se valora la dificultad de los ejercicios y su ejecución, mientras que en la artística, además de la utilización de toda la pista, se puntúa la relación de los ejercicios con la música la originalidad y la seguridad. En la danza de creación se puntúan la composición (originalidad y expresión, según la música) e interpretación (estilo).
Del 0 al 6
Puede haber hasta un máximo de nueve jueces, pero en todos los casos se desprecia la nota máxima y mínima de cada puntuación general. Los baremos van desde el 0 al 6, con valoraciones incluso decimales, pero sobre la base de: 0, no ejecutado; 1, muy malo; 2, deficiente; 3, regular; 4, bueno; 5, muy bueno, y 6, perfecto, algo que en su totalidad sólo ha conseguido hasta ahora la pareja británica Jayne Torvill y Christopher Dean, grandes figuras de la danza.
En las figuras obligatorias, que suman en total más de 40, los patinadores deben efectuar una combinación de tres, por sorteo. Los jueces suelen repartir tres de distinta dificultad. Son unos ejercicios aburridos para el espectador, casi a puerta cerrada, y jamás televisados, pues se trata de efectuar en el hielo figuras que en resumen podrían entenderse como ochos o bucles, con variantes ampliadas gracias a giros. Se puntúa el mejor dibujo (cuanto más complicado o hecho hacia atrás, por ejemplo), la simetría, la seguridad y el tiempo empleado. Los puntos obtenidos en individuales y danza se dividen por 1,5 para la suma total.
Los programas cortos, con un máximo de dos minutos, incluyen en las pruebas individuales, siete movimientos impuestos. Las puntuaciones técnica y artística se dividen entonces por 2 para la suma general. En parejas, por 3.
La última y definitiva nota, sin divisiones, la dan los ejercicios libres (sumadas la impresión técnica y artística). Es ya el verdadero patinaje artístico-escaparate, don de los saltos y giros suponen la base fundamental del programa de cuatro minutos (individual mujeres) o cinco (el resto). Aunque la originalidad es moneda común, los movimientos de los patinadores deben ser sacados del reglamento oficial, lo que supone obligarse también a un mínimo de rotaciones, según los giros o cambios de pie que se efectúen. La mayoría de las piruetas tienen el nombre de su inventor, y el progreso ha subido la dificultad a más de los triples saltos. Algunos nombres conocidos son el salchow, inventado por el sueco Ulrich Salchow, una de las figuras históricas del siglo pasado, que supone una rotación completa en el aire, o el Axel, del noruego Axel Paulsen, salto con giro y medio y caída, como en el anterior, sobre el patín contrario al del impulso.
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