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El Estado libanés se desmorona

Un Ejército para una minoría

Líbano vive en continua guerra civil desde 1975. El país es un mare mágnum de etnias, religiones e ideologías en el que, sin perjuicio de los contenciosos entre los diferentes grupos, el Ejército, representante de facto de la minoría cristiana, siempre ha sido el objetivo de un tiro al blanco.La batalla que se libra ahora en Beirut tiene como coprotagonistas al Ejército libanés y a las milicias chiitas de Amal. Una situación de desafio al poder central análoga a la actual se presentó el pasado mes de septiembre, en el Chuf, entre los drusos y el Ejército. En aquella ocasión, todas las restantes fuerzas armadas en el país -israelíes, sirios, palestinos, iraníes, libíos y demás grupos locales de diferente matiz ideológico, desde falangistas hasta naseristas- asistieron en estado de alerta al reto. Los marines de la fuerza multinacional tuvieron que intervenir entonces, por primera vez, para sostener al Ejército de Amin Gemayel.

La nueva versión de la violenta y continua pugna que se desarrolla en el país mantiene en posidones enfrentadas a los milicianos chiitas de Nabih Berri y a los soldados de Amin Gemayel, alrededor de 10.000 hombres en ambos casos.

Los chiitas son la minoría mayoritarla de Líbano, donde constituyen entre el 35% y el 40% de la población. Lo que pretenden es dejar de ser ciudadanos de segunda y acabar con un Ejército que, dicen, sólo defiende los intereses de los cristianos, los intereses de una oficialidad que manda a una tropa mavoritariamente chiita. Su objetivo último es poner fin al reparto confesional en la concesión de cargos en la Administración, meta que consideran indispensable alcanzar para crear una auténtica nación.

Elementos que no han tenido un importante papel en este nuevo desafio en el corazón de la capital de la antiguamente llamada Suiza de Oriente Próximo son los 10.000 millcianos drusos de Walid Jumblat y los disciplinados 12.000 falangistas, representantes armados de la minoría que más tiene que perder en esta guerra, la de los cristianos.

Otras fuerzas que siguen en silencio la evolución de los acontecimientos son los 40.000 soldados sirios -junto a los que se hallan, en el valle de la Bekaa, unos 600 libios y unos 500 iraníes- y los 30.000 israelíes apostados al sur del río Awali.

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