Joan Sánchez, bailarín
Director y coreógrafo de una escuela de danza en Londres
Saltar de un grupo de baile folklórico a una compañía de categoría internacional como el London Festival Ballet es el gran paso que resume la carrera del bailarín Joan Sánchez, nacido en Gerona hace 38 años y condenado, como tantos otros artistas, a labrarse su profesión fuera de nuestro país. Retirado ya de los escenarios, Sánchez dirige actualmente en Londres una escuela de danza, donde se dedica también a la coreografia. Hace poco visitó Barcelona para intervenir en los actos complementarios del IV Festival de Música Romántica, organizado por La Caixa. Presentó unos vídeos de ballets famosos e hizo una demostración de clase de danza para alumnas iniciadas de unos 16 años.
Menudo, ligero y flexible, Joan Sánchez encarna el prototipo del bailarín profesional. Su rostro de rasgos marcados, el cabello trigueño y la expresión abierta y como algo asombrada ante el mundo le dotan de un aire juvenil, que parece desmentir su proximidad a los 40."Mis ballets preferidos siempre han sido Petruska y El pájaro azul', afirma "El primero, porque es un papel que permite jugar con la expresión y el gesto, hacer mimo y algo de teatro, además de baile. El de El Pájaro, por las dificultades técnicas que encierra".
Joan Sánchez empezó a bailar en un grupo de danza folklórica de Gerona, donde su padre ejercía el oficio de ebanista, mientras su madre se dedicaba a las tareas domésticas. Una familia modesta sin antepasados ilustres o artistas. María Rosa Villy fue su primera maestra. "Una vez que la ópera del Liceo representó en Gerona, tenía yo entonces 11 años, conseguí que me presentaran al maestro Magriñà y tracé ante él algunos pasos de baile. El maestro observó que tenía facultades y se mostró dispuesto a ayudarme. Poco después, gracias a una beca, me trasladé a Barcelona y empecé a estudiar en el Liceo", recuerda.
A los 16 años debutó como primer bailarín del cuerpo de baile del Liceo y dos años más tarde se trasladó a Madrid y formó parte de la compañía de Mariemma, con la que participó en los Festivales de España y realizó sus primeras giras al extranjero: Nueva York y la República Federal de Alemania.
"Al salir fuera de España me di cuenta de que era necesario para mí estudiar varios años en el extranjero, así que, por consejo de José Ferrán, me marche a Cannes. Allí fue donde surgió mi primera oportunidad internacional, a través de Zizi Jeanmaire y Roland Petit. Me comunicaron que hacía falta un bailarín en el Parc Ballet de Johannesburgo y acepté la oferta."
Cuatro años pasó Sánchez en Sudáfrica, consagrado en exclusiva al ballet clásico. "Durante este tiempo", cuenta, participé en múltiples giras y representaciones en colegios. También interpreté un ballet que compuso especialmente para mí un músico africano. Se llama Raka y es un ballet muy duro y rítmico, que exige gran preparación gimnástica".
Todavía trabajaba en Johannesburgo cuando fue descubierto por la directora del London Festival Ballet, quien le ofreció la posibilidad de integrarse en este prestigioso cuerpo de baile.
"Desde 1969 a 1977 permanecí en el London, del que fui primer bailarín los últimos cuatro años. Después trabajé en la televisión, actué en el Covent Garden en Los murciélagos y Las troyanas y, al mismo tiempo, empecé a dar algunas clases. Descubrí que la enseñanza me gustaba y decidí abandonar los escenarios. Siento cierta nostalgia del aplauso del público y de la fiebre de los ensayos, pero, como todavía puedo bailar en las clases, el resultado es satisfactorio. Además, en la vida profesional de un bailarín llega un momento en que hay que buscar una alternativa, porque los músculos antes o después se endurecen".
Además de una buena dosis de paciencia, la enseñaza del ballet requiere, en opinión de Joan Sánchez, una experiencia previa en los escenario y el conocimiento de "lo que puedes pedir a cada alumno en cada momento".
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