Kati Slater,
una muchacha de quince años, rompió el protocolo habitual, y cuando el heredero de la corona británica visitaba un centro municipal de Manchester, le preguntó si le podía poner en la cara un poco de pastel de empanada. El príncipe Carlos contestó: "No me preguntes. Hazlo". Y la chica le puso la cara perdida al arrojarle una buena porción con crema.
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