Bruce Campbell,
magistrado británico que ha tenido que colgar toga y peluca hace unos días, tras reconocer que durante sus vacaciones hacía contrabando de whisky y cigarrillos, no es el único juez que ha revuelto a los tribunales de su país. Su colega Brian Gibbens sorprendió el viernes a la opinión pública al expresar, desde su sillón profesional, su considerable simpatía por un hombre de 34 años que mantenía contactos sexuales con una niña de siete. Gibbens dijo al acusado que no se preocupara, porque iba a tratar de evitarle la cárcel, ya que, al fin y al cabo, "esto le puede pasar a cualquiera".
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