_
_
_
_
Entrevista:

Josep Camps, cura y padre de familia

JOAN LLORET DEVESA BarcelonaEl combativo ex párroco de Sant Andreu (Barcelona) ha tenido una hija con su compañera y sigue administrando los sacramentos .

El 25 de octubre pasado tuvo una hija con su compañera Emilia y todavía no ha decidido si será él mismo quien le administre el sacramento del bautismo. Sacerdote de 49 años, aspecto de jeque árabe o patriarca bizantino, cordialidad levemente fría y una punta de sorna acompañando sus palabras, Josep Camps bucea entre montones de papeles que cubren su escritorio. Trata de regir la oficina municipal de información de Santa Coloma de Gramenet -cuyo alcalde es cura y comunista-, un conglomerado de aluvión que bordea las 150.000 almas, inmigrados en sus tres cuartas partes, y una de las más importantes poblaciones del cinturón industrial de Barcelona

Josep Camps es un sacerdote conocido por la progresía barcelonesa, con una biografía rica en anécdotas y polémica. "Nada de ex sacerdote o cura secularizado: en lista, en nómina (al menos simbólicamente) y en ejercicio", se apresura a puntualizar. "Me dejaron sin empleo concreto y no iba a quedarme mano sobre mano. Me sopló un amigo que buscaban un jefe de información y me dije: 'Ése soy yo'. Me presenté y me dieron el puesto". El cura Camps y su compañera llevaban una vida de pareja sin ocultamiento alguno, con la mayor naturalidad. "Lo sabían hasta los gatos, pero, para mi sorpresa, pasaban los años y no sucedía nada. Al fin sucedió: el arzobispo ('con dolor en el alma', así lo dijo) me dejó sin empleo". Sin embargo, no renunció a la administración de los sacramentos, que sigue ejerciendo a petición de sus amigos conocidos.

Aún sigue vivo en los medios obreros el recuerdo de la parroquia de Sant Andreu, barrio extremo de Barcelona que Camps y sus colaboradores convirtieron en reducto de conspiradores demócratas y refugio de pecadores antifiranquistas. Con aplomo de estatua, el cura de Sant Andreu se plantó varias veces ante los grises, impidiéndoles el acceso al templo. Difundía un boletín semanal famoso por su agudeza y desparpajo, que asustaba y divertía a sus númerosos lectores. "Dicen los obispos que debe haber libertad de expresión, pues háyala", ése era su criterio, dice, "y pase lo que pase". Nunca pasó nada, excepto cuatro incendios provocados, varios años sin pasaporte y alguna invasión de grises rompiendo muros y puertas.

"Pertenezco a la generación de los curas jóvenes, que todavía lo somos aunque rondemos los 50. Jóvenes casi no hay (por más que hace 15 años que nos dicen que el asunto empieza a remontar, es puro bluff), y la Iglesia va en camino de ser, además de una falocracia y una celibatocracia, una gerontocracia". Cree haber sido el primero que organizó en este país, hace ya 20 años, una confesión colectiva. Estuvo seis años en Latinoamérica. "De allí me han echado tres veces. La tercera expulsión fue la más sonada: en agosto de 1976 (siendo ya párroco de Sant Andreu) caí en Riobamba (Ecuador) con 18 obispos y un grupo de teólogos que, por estar planeando la subversión continental, fuimos encarcelados y expulsados del país". La épica narración del incidente inició la serie de colaboraciones de Josep Camps en Interviu, que levantaban ampollas en algunos colegas.

En lo político es creyente y practicante del nacionalismo radical catalán, como muchos curas, y socialmente se ve en la extrema izquierda, donde sus colegas son escasos. Sigue con más atención la política latinoamericana que la catalana, no sólo a través de lecturas y contactos de primera mano sino también con viajes frecuentes.

En sus pocas horas libres edita Dial, un boletín de información latinoamericana que se difunde desde Barcelona hacía aquellos países. "No basta rechazar la violencia verbalmente y cruzarse de brazos. En América Latina nadie sabe lo que pasa en los demás países. Revelar el documento de Santa Fe de los asesores de Reagan o explicar qué hace el Institut For Religion and Dernocracy, como hacemos en Dial, es más movilizador que montones de bombas".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_