Francia admite la posibilidad de que España no esté nunca en la CEE
El presidente francés, François Mitterrand, ha tomado la iniciativa de proponer que la cumbre europea que se abrió ayer en Atenas fije "la fecha en que se dirá sí o no, de modo definitivo, al ingreso de España en la Comunidad conómica Europea (CEE)". El portavoz de Mitterrand, en conversación de medianoche con un grupo de periodistas, fue tajante y repitió estáis palabras una y otra vez. Era la primera ocasión en que París admitía que puede darse el caso de que España no ingrese nunca en la CEE.
"Ya lo dijo Miterrand en Bonn al afirmar que había que dar una respuesta definitiva", comentó el portavoz, extrañado de que no se hubiera comprendido la propuesta y repitieno que, naturalmente, el presidente francés considera positiva la ampliación, "pero no se puede estar negociando 10 ó 20 años. Será un sí o un no". El portavoz del presidente no quiso precisar la fecha que propone Francia para tan trascendental decisión.Anoche nadie apostaba por el fracaso de la convocatoria, pero tampoco por su éxito, que consistiría en unas directrices generales para desarrollar durante la presidencia francesa de la Comunidad. Quedó claro que la adhesión de España sólo puede ser resultado de un eventual acuerdo sobre la reforma interna de la Comunidad Económica Europea, que ya se abordó en 12. sesión de apertura.
En un breve debate se planteó el dilema sobre la conveniencia de concretar la fecha de la adhesión o bien de convenir el día en que se tomaría la decisión de fijar el ingreso. Una tras otra, las diversas delegaciones se mostraron favorables a fijar fecha. Pero la duda francesa, tras la cual se protegen otros países, puede bloquear el pronunciamiento de la cumbre.
La República Federal de Alemania dio indicaciones de su firme voluntad de no aumentar los recursos propios de la CEE si no se fija una fecha concreta para la adhesión de España, y el presidente de Grecia, Andreas Papandreu, lanzó la idea de fijar a la vez el término de las negociaciones y del ingreso de España y Portugal en el Mercado Común para el 1 de enero de 1986.
El presidente Mitterrand, por su parte, dejó sentado que si no se arreglan los problemas agrícolas "no se resolverá ningún otro problema".
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