OTAN, en el umbral de un debate / y 2
Para calibrar en forma debida el futuro referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN es preciso analizar y valorar -según el autor- una serie de temas primordiales: el calibre de la amenaza, el potencial de nuestras Fuerzas Armadas, los bloques y sus alianzas, el objetivo nuclear, la geoestrategia, los acuerdos con Estados Unidos y el ingreso en la Comunidad Europea.
Iniciábamos este trabajo con- dos consideraciones: el referéndum comportará un análisis atendiendo exclusivamente a los intereses nacionales en su sentido global; la opinión pública deberá tomar conciencia de toda la problemática y definirse en consecuencia. Vamos por ello a intentar agrupar toda una serie de temas que, sin duda, serán objeto de debate a la hora de señalar opciones y adoptar alternativas.
1. Evaluación de la amenaza: una vez aceptado el carácter occidental de España, la evaluación de la amenaza deberá partir de todo aquel peligro potencial que intente una modificación por la fuerza del sistema político y social libremente asumido por nuestro país. En segundo lugar, y de forma compatible con lo anterior, España debe tener en cuenta las posibles amenazas derivadas de cualquier crisis en los escenarios regionales de los que forma parte, en especial los denominados teatros inmediatos.
2. Potencial de las Fuerzas Armadas: resulta prioritario que las Fuerzas Armadas españolas se encuentren dotadas de una capacidad real de disuasión respecto a las amenazas descritas más arriba. En primer lugar, asegurando la estabilidad de nuestros teatros inmediatos y la defensa de nuestros archipiélagos y plazas de soberanía con medios suficientes que desalienten cualquier tipo de aventurerismo. En segundo lugar, y de forma complementaria, dado que ambos temas se encuentran ligados, contribuyendo a la seguridad del sur de Europa y a la estabilidad y pacificación del Mediterráneo.
3. Las alianzas y los bloques: la pertenencia a un bloque militar puede justificarse positivamente en función de la protección que determine, y negativamente por el grado de compromiso que entrañe, especialmente en lo que a un eventual incremento del riesgo militar se refiere. Sin embargo, no se puede analizar la contribución de un Estado a los equilibrios en presencia valorando de la misma forma el ingreso en un bloque (que, lógicamente, queda reforzado) con el abandono del mismo (que puede debilitarlo), con las naturales consecuencias tanto en uno como en otro caso.
4. Objetivo nuclear: salvo en un supuesto de guerra total, cuya eventualidad no depende de nosotros, los objetivos nucleares prioritarios son precisamente aquellos donde existen armas nucleares, en función de su capacidad de respuesta. España se encuentra desnuclearizada por resolución parlamentaria. La eventual integración en estructuras militares puede incrementar el grado de riesgo nuclear al que en la actualidad nos encontramos sometidos.
5. El territorio: la situación geográfica de nuestro país hace que nos encontremos alejados de los primeros escenarios en un supuesto de guerra convencional con el Este. Al mismo tiempo, y por la misma razón, nos convierte en base codiciada de refuerzos, tanto por razones de mayor seguridad respecto a otras zonas en el norte de Europa como por motivos de desgaste y eventual contrataque aliado.
6. Gibraltar: la defensa del eje Baleares-Estrecho-Canarias constituye un interés prioritario español, con independencia de nuestra pertenencia a la OTAN. Sin embargo, la presencia de una base extranjera en Gibraltar devalúa el pleno control de la zona por España, así como el valor estratégico del sur de la Península. Si a ello unimos la reivindicación de la soberanía del Peñón, última e incomprensible colonia en Europa, resulta imposible aceptar la existencia de un mando aliado bajo soberanía británica dentro del escenario regional de la defensa española, en el que nuestro país no tuviera un pleno control de la estrategia defensiva en un área vital para la seguridad de España. Por el contrario, una fórmula que permitiera la restitución de la soberanía facilitaría una mejor disposición para la cooperación entre España y la Alianza Atlática en una zona esencial para España y para la seguridad de Occidente.
7. El acuerdo con Estados Unidos: el protocolo de 24 de febrero de 1983 desvincula el convenio de la estructura militar de la Alianza Atlántica y asegura a cada una de las dos partes la posibilidad de iniciar el procedimiento de revisión. Ello significa que el acuerdo con Estados Unidos, en opinión del Gobierno, tiene un valor por sí mismo, con independencia de nuestra pertenencia o no a la OTAN. La identificación como interés mutuo de la plena integridad territorial de ambas partes y el criterio de no ruptura de equilibrios a nivel global justifica el acuerdo positivamente y por el momento dentro de nuestro esquema defensivo. Sin embargo, el acuerdo es también perfectible.
8. La CEE: la negociación con la Comunidad tiene una dinámica propia y carece de sentido ligarla técnicamente con el proceso de revisión español dentro de la OTAN. Sin embargo, en la resolución parlamentaria que autorizaba la adhesión al Tratado de Washington se establecía una conexión de sentido con la mejora del clima de las negociaciones respecto a la Comunidad, y es sobradamente conocido el argumento de que resultaría muy difícil a la opinión pública española aceptar el despliegue de sus fuerzas en Europa sin una solidaridad por parte aliada para la integración de nuestra economía en la Comunidad.
9. La flexibilidad: de la misma forma que la OTAN es una organización flexible, en que cada uno de sus miembros participa en mayor o menor grado en función de sus posibilidades e intereses, nuestro país debe buscar la forma de cooperación a la defensa occidental que más pueda convenirle. En este, aspecto, conviene ir abandonando ciertas categorías, en exceso simplistas, que consideran que el tema se reduce a una participación plena en la OTAN o a la denuncia del tratado. Hay otras fórmulas también que deben ser examinadas.
Conclusión
Es posible que, en vez de haber contribuido a una simplificación del debate, la lectura de estas líneas aumente la complejidad. No puedo decir que éste haya sido mi propósito, pero tampoco puedo negar que el debate que nos espera no puede ni debe resolverse sin atender a todas aquellas cuestiones conexas que he intentado resumir. En política exterior, todos los temas se encuentran ligados, y en la negociación internacional no hay mayorías ni minorías, sino exclusivamente intereses. El debate sobre la OTAN debe enfocarse atendiendo por una vez egoístamente a nuestros intereses nacionales, y no cabe duda de que la opinión pública española reaccionará en consecuencia.
es director adjunto del gabinete del ministro de Asuntos Exteriores.
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