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La banca extranjera radicada en España paga la factura de la marcha atrás en la liberalización del sistema financiero

La banca extranjera radicada en España se encuentra dividida ante la nueva normativa de coeficientes que el Gobierno ha presentado a las Cortes para su tramitación. Aquellas instituciones que han establecido su negocio sobre la base de tomar dinero prestado en el mercado interbancario, o mediante emisiones de nuevos productos financieros que se escaparan al control del banco emisor, esperan con recelo que el proyecto de ley sea una realidad. Los escasos bancos que han comprado instituciones españolas en crisis respiran algo más tranquilos. La mayoría de la banca extranjera, no obstante, no ocultan su enfado con la Asociación Española de Banca Privada (AEB) a la que acusan de defender los intereses de la gran banca nacional.Los representantes de bancos extranjeros que muestran una mayor radicalidad en sus afirmaciones -esgrimiendo que quedan pocas cosas que hacer en el terreno financiero en España después de las medidas aprobadas por el Gobierno- se plantean la posibilidad de reducir su nivel de actividad en España y no verían con malos ojos una postura de fuerza ante la patronal del sector. A este respecto, recuerdan que hace seis meses ya hubo algunos planteamientos de abandonar la AEB cuando se discutía si la banca extranjera teñía que entrar o no a financiar una parte del plan de viviendas. En aquella ocasión, esta postura no prosperó y en estos momentos se duda que pueda ser una realidad. Ningún banco extranjero va a tomar una decisión de este tipo en solitario y se considera que en la actualidad es imposible que adopten una posición única.

La financiación del déficit

La explicación que estas instituciones financieras dan a la posición del Gobierno se centra en la imposibilidad que éste tiene que financiar el déficit del sector público de una manera ortodoxa. Los Presupuestos Generales del Estado para 1983 presentabancomo novedad importante que el Tesoro -a través de las emisiones internas y del endedudamiento externo- iba a tratar de financiar la mayor parte del déficit público limitrando de forma sustancial el recurso al Banco de España. Las emisiones en los bancos internacionales han ido bien, no así en el interior, donde las salidas al mercado de pagarés del tesoro han tenido que pactarse con los bancos y las cajas de ahorro para que se puedan alcanzar los objetivos fijados. Las emisiones de deuda pública, a medio y largo plazo, no se han cubierto en las previsionjes iniciales. El Gobierno ha tenido que autorizarse a sí mismo para cambiar emisiones interiores por exteriores.Además, las dificultadps para frenar el crecimiento de la masa monetaria en circulación, que se ha disparado en varias ocasiones a lo largo del año, ha obligado a prácticas que se consideran como "poco ortodoxas". La liberalización del sistema financiero, iniciada con timidez hace pocos años y en medio de la crisis del sector, se va a ver truncada ante la necesidad de financiar el déficit público volviendo a recurrir a prácticas que se querían desterrar.

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