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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bergman y la carcoma

Dicen que antes de dar un do de pecho, los grandes tenores han de bajar el tono para contar con sus pulmones libres y descansados. Gritos y susurros es probablemente el más grande rugido de Ingmar Bergman, una auténtica voz de plenitud, que le exigió un prólogo en registros menores. Este prólogo es The Touch, que aquí se tituló La carcoma. Se rodó en 1971. Es un filme interesante, pero que se queda en las faldas del citado antes.Aborda Bergman en esta película un asunto que le es muy querido y, por cierto, no muy original: un triángulo de amor y adulterio, solo que a su manera trascendido y trascendentalizado.

Una mujer se ve obligada a desdoblarse entre su amor por un hombre que, a sus ojos, está construido de la materia de la libertad y la independencia, y otro, su marido, con el que tiene dos hijos, y que representa para ella la frustración, pero también los últimos lazos de unión con la cotidianidad, cosa que, en el pensamiento de Bergman es tanto como decir la madre Tierra.

Estas triangulaciones con solera de vodevil tienen en Bergman una especie de rebuscado sabor metafísico, que unas veces le sale de muy dentro y otras se queda en la parte más epidérmica de su imaginación. La carcoma entra en este segundo apartado. Es, por ello, un filme menor en la filmografía bergmaniana, de escasa entidad propia, aunque interesante como preludio para uno de los momentos creativos más intensos del cineasta sueco.

Particularidad curiosa

Lo más interesante de la película es, sin duda, la interpretación, que tiene una particularidad muy curiosa. En este filme, Bergman, que siempre hizo sus películas con un mismo equipo de actores, que era el de su compañía de teatro, con los que conseguía interpretaciones homogéneas y llenas de densidad, rompe su costumbre e incorpora un actor de escuela muy distinta a la suya, Elliot Gould, para que rompa la triangulación con dos de sus actores habituales, Max von Sydow y Bibi Anderson.La curiosidad radica en el resultado de esta mescolanza. Gould, excelente actor, pero en principio muy poco bergmaniano en sus maneras, encaja perfectamente en el triángulo e incluso le da una solvencia y una riqueza adicional, inesperada, al proporcionarle otros aires interpretativos, que dan nueva savia a la sólida monotonía de los filmes de Bergman, que vistos desde el lado de los actores a veces resulta monocorde. Con la incorporación de Gould al reparto, Bergman escapó de la claustrofobia sueca y salió al mundo tras nuevos caminos.

La carcoma se emite hoy a las 22.00 por la segunda cadena.

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