Goikoetxea derribó a Maradona y se acabó el partido
Andoni Goikoetxea, central del Athlétic de Bilbao no hizo caso de su horóscopo. "Esa necesidad que tienes de vivir en un entorno agradable", decía el pronóstico de los astros, "se verá un tanto frustrado hoy; los que te rodean lo harán un tanto conflictivo y desagradable". El horóscopo, era muy claro: "Trata de distraerte". Corría el minuto 58 cuando la defensa blaugrana despejó un balón hacia el centro del campo. Diego Armando Maradona -"tu trabajo ha de darte mucho dinero, que te vendrá a las manos de una manera original y novelesca", decía su horóscopo- realizó un ligero sprint mirando hacia Urruti, y cuando intentó acariciar el balón, con la intención de controlarlo, apareció Goico, volando bajito, y le derribó. Maradona quedó tendido sobre el césped del Camp Nou con una rotura de ligamentos en el tobillo izquierdo. Mientras El Pelusa abandonaba el campo transportado en camilla, el público iniciaba una pita ensordecedora, Josep Lluís Núñez se echaba las manos a la cabeza y Jorge Cyterszpiler -asesor del jugador- y Claudia -novia del argentino- descendían precipitada mente las escaleras que conducen a los vestuarios. El recuerdo de los aficionados viajó hasta San Mamés. Allí, en la catedral del fútbol español, la tarde del 14 de diciembre de 1981, Goico, en una jugada similar -Schuster iniciaba una jugada ofensiva desde el centro del campo-, cometió una violenta falta sobre el jugador alemán, que resultó gravemente lesionado en su rodilla derecha y tuvo que estar inactivo durante un año largo.
Hasta aquel momento los dos equipos se habían mostrado duros, pero disciplinados. Nobles. Los jugadores, con el visto bueno de Jiménez Madrid -que había permitido acciones antireglamentarias de los dos bandos durante los primeros 45 minutos-, se apuntaron a la guerra por su cuenta sin temer la tarjeta o la expulsión.
El Barcelona intentó resolver el partido en los primeros quince minutos sin conseguirlo. Fue un primer tiempo aburrido que se cerró con dos preciosos goles.
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