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Reportaje:

La gimnasia, prolongar una infancia perdida

Los inventores que filman a cualquier campeón son técnicos biomecánicos. Inventan movimientos. Más exactamente, lo que inventan son nuevas combinaciones de los mismos movimientos, cuyo resultado es un ejercicio que contiene una dificultad que antes nunca se había resuelto en gimnasia. Luego se los dan a algún atleta para que los patente con su propio nombre en algún campeonato. Grabaron dos películas simultáneas de la actuación de Markelov haciendo un salto en caballo, con mortal y medio hacia atrás seguido de pirueta de 635 grados de cobertura. Un invento de un biomecánico español que, por despiste, ya lo han inventado también los norteamericanos.Los inventores hicieron una toma de frente y otra lateral, las dos a alta velocidad, para que al proyectarlas resulte la imagen lo más lenta posible. Tomaron precisamente esos dos ángulos porque en gimnasia, el eje vertical, que va de los sesos a los pies, y el horizontal, que atraviesa las caderas, son el planeamiento teórico del deporte. A partir de los dos, la gimnasia se configura en base al equilibrio y la simetría. Armonía, interpretación, ritmo, acrobacia, y muchas otras, son palabras que se desprenden de esas dos primeras.

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La 'minirreina' de la gimnasia española.

Acabada la actuación, los biomecánicos revelan las películas. Las introducen en un aparato llamado digitalizador, una computadora que las sincroniza, y cuando se sientan a verla disponen de la imagen de un gimnasta en los tres ejes del espacio, un gimnasta casi palpable.

Durante la proyección, uno señala con un lápiz, en la propia pantalla, los puntos del cuerpo del gimnasta que son claves en el ejercicio. El otro toma nota. "Ese pie debe apoyarse de punta", dice el primero, y le hace un círculo. Esas marcas, una vez pasadas por el digitalizador, dan una lectura de las velocidades, aceleraciones e inercias del atleta en cada instante. Una simple comparación sirve para averiguar cómo se habría de hacer para obtener mayor rendimiento.

Acabado el trabajo, disponen de material suficiente para rectificar el más mínimo derroche de energía del atleta en el movimiento más insospechado. A estos datos, se añaden los de la placa tensiométrica, que se coloca en el suelo, durante los entrenamientos, y refleja con precisión las fuerzas que actúan sobre el gimnasta y la dirección de la que provienen. Una vez más, la tecnología más avanzada impone su dinámica al deporte.

Un ejemplo de las modernas técnicas se pudo ver cuando faltaban unas horas para que empezara el año 1983. Los telespectadores americanos presenciaron en sus pantallas una modalidad inédita en el mundo de la gimnasia. Se llamaba Gimnasia Clásica Profesional de los Estados Unidos. Era un espectáculo, mitad comercio, mitad deporte. Durante la presentación, antes de entrar a la pista, los 20 atletas que componían el grupo hacían una exhibición individual en los distintos aparatos: caballo con aros, anillas, barra fija, equilibrio, paralelas. Después, una exhibición en suelo de gimnasia rítmica con música moderna. Una especie de show de Nochevieja con alto rigor deportivo. Y para finalizar, una competición entre ocho de los atletas. En definitiva, una versión comercial de la gimnasia. Lo que hubiera querido hacer Valerio Lazarov hace unos años.

Cada país recurre a su mejor música para que acompañe a las atletas en la gimnasia rítmica. Rítmica con pelotas, bolos, cintas o banderas tienen algo, por encima de la acrobacia, que las diferencia: la música, que sólo existe en los ejercicios de suelo femeninos. Una gran gimnasta soviética, Michirova, salió a escena en los Juegos Olímpicos de Moscú con música de Julio Iglesias. En Turquía, en los Campeonatos de Europa, una compatriota suya interpretó Granada, de Agustín Lara.

Para interpretar una música al tiempo que se hacen acrobacias, tanto la una como la otra llevaban entrenando esos ritmos desde hacía muchos años. María del Carmen Romero, coreógrafa, es la encargada de buscar las músicas para las gimnastas del equipo español. Una de las niñas, Ana Manso, se olvidó la grabación de su música en Madrid y tuvieron que enviársela urgente, porque si no, no podía actuar. Esto da una idea de su importancia.

Carmen Romero, granadina, hace su trabajo conjuntamente con el entrenador del equipo, Jesús Carbayo. Éste, sin medios técnicos, en un gimnasio pequeño y compartido con el equipo masculino, fundamenta su trabajo en la preparación física y la canalización de las fuerzas. Niñas desde los siete años, que trabajan un promedio de cuatro horas diarias durante la temporada normal y ocho horas en los periodos de competición, aprenden el complicado problema de orientarse. Boca abajo, tienen que ser conscientes de que Io están. En cada instante de su salto mortal, o de su doble salto mortal, o de su doble mortal con tirabuzón, las niñas tienen que saber dónde está la mano izquierda y dónde la derecha, dónde los pies y dónde la cabeza.

Aprenden con él a coordinar cada dedo de cada mano. A no tener miedo. A endurecerse, "porque las atletas no pueden ser blandas". A hacer el esfuerzo justo con el músculo justo. Este es el frente principal de la gimnasia. Pero no lo es todo. Sólo con esto, las gimnastas acabarían deformadas. Anchas espaldas, músculos agarrotados, cuello voluminoso. A su lado, la coreógrafa andaluza hace un trabajo de relajación. Ella lo llama terapia del cuerpo: "aprender a colocarse, no apoyar los pies torcidos, estar derecha, equilibrada". Para hacer paralelas las niñas tienden a inclinar los hombros hacia delante; en la barra de equilibrios, a mantener los brazos altos, en el suelo, a torcer los pies. Ella, con su terapia, hace que vuelvan a su posición habitual y se relajen, "porque así, los músculos se alargan y no deforman el cuerpo".

Luego potencia la elasticidad. "Cada parte del cuerpo tiene que conseguir el máximo ángulo de movimiento". Después, ya sí, viene la fuerza. El trabajo acrobático. Cuando todo esto está realizado, Carmen Romero tiene una clara noción del temperamento de cada niña, pero aún así, se toma otra precaución antes de elegir la música para ellas. Las hace improvisar sobre diversas melodías. Deja que se expresen con el cuerpo y le digan si se han sentido bien o mal. En secreto, la granadina da vueltas en la cama antes de decidir que Laura baile interpretando El violinista en el tejado, y Margot, El sombrero de tres picos, y Marisol, España, y Virginia Navarro, El capricho español, y en fin, cada una la suya. Ella sueña que un equipo español será el primero en hacer con música los ejercicios de la barra de equilibrios.

Tienen que ser artistas

Con todo, las niñas tienen que ser artistas y saber, al tiempo que hacen las acrobacias, interpretar una música, expresando, creando, siendo, en definitiva, unas artistas.Sólo alguna de ellas cobra una beca de 18.000 pesetas mensuales. Las demás trabajan cuatro horas diarias por pura afición. Todas son de baja estatura y de peso ligero. El tamaño, cuanto más reducido, tanto mejor para mantener el equilibrio.

El colegio, a veces, es un impedimento. En la Federación gozarían si las niñas no tuvieran que asistir al colegio, porque en lugar del oro, las niñas españolas habrían traído también el bronce y la plata. Pero no se les ocurre, a cambio de los méritos ganados, hacerles una escuela gratuita para ellas, compatible con su horario.

Una chica a los 17 ó 18 años, suele estar acabada como gimnasta, porque al desarrollarse aumenta el peso y ensanchan las caderas, y los tobillos y las muñecas, acostumbrados un peso determinado, se resienten y se vuelven propensos a las lesiones.

Por lo general se mantienen en la infancia, porque el trabajo físico endurece el cuerpo y el vientre y retrasa el primer periodo. Pero acabadas como gimnastas, tienen por delante la posibilidad de dedicarse a cualquier otro deporte, al baile, al ballet, al teatro, y a mil historias más.

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