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Morena, un goleador y líder sindical roto

Fernando Morena es algo así como El último mohicano, el último gran jugador de un fútbol glorioso en épocas pasadas como el uruguayo. Más de 650 goles en Primera División, un tardío traspaso desde el Peñarol al Rayo Vallecano, otro posterior al Valencia, y la vuelta del hijo pródigo a Montevideo. Goles, dólares y sindicato son las tres palabras clave de su trayectoria. Es el presidente de la Mutual de Futbolistas Profesionales en su país, de la AFE uruguaya, y asegura con rotundidad que los problemas de los futbolístas se resuelven con "unidad y personalidad". También es, posiblemente, el futbolista al que más dinero se le debe en el mundo: 35 millones de pesetas. Ahora, en un partido fácil de la Copa América, ganado por 3-0 a Venezuela, el lateral Torres le ha roto la tibia y el peroné. Su futuro, su retirada, puede precipitarse.

Morena comenzó a darle patadas al balón, ya desde pequeñito, con la pierna izquierda, la misma que le permite mantenerse como líder del Peñarol pese a sus 31 años, y gracias a su inteligente dosificación en el terreno de juego . En Primera División debutó con el River Plate de Montevideo, donde estuvo desde 1969 a 1972. Fue entonces cuando entabló amistad con el hijo del presidente del Peñarol, Washington Cataldi, gran capo del fútbol uruguayo, estudiando la carrera de notario. Una premonición de lo que vendría después.Los Cataldi, padre e hijo, se arriesgaron con su fichaje. Y es que, paradójicamente, Fernando Morena era hincha furibundo, incluso con carné, del más edeonado rival del Peñarol, el Nacional. La versión uruguaya de un Madrid-Atlético, Barcelona-Español o Sevilla-Betis. Alguien comenzó a contar sus goles y su fama cruzó el charco.

El Madrid y otros equipos europeos estuvieron interesados en contratarle, pero había algo que impedía siempre el traspaso, el que el Peñarol contaba sólo con el 25% de su pase. El 75% restante seguía en poder del River. Cualquier operación económica no hubiese representado una ventaja económica sustancial para el primer club uruguayo.

Hasta que, quizá algo tarde pudo alcanzar el deseo de jugar en el fútbol español. Pero no fue en un equipo conforme a su categoría, sino en un equipo de condición modesta, el Rayo, el tercer equipo madrileño. "No me importó venir, al Rayo. Económicamente tenía algunas ventajas pero de manera esencial lo consideré como un primer paso para darme a conocer, para conseguir luego acceder a otra entidad con mayor peso específico".

Esa entidad fue el Valencia, un año después de su llegada al Rayo. Y del Valencia, la vuelta al Peñarol, en 1981. El Rayo lo compró por 650.000 dólares en 1979 (con el dólar a 66 pesetas) lo traspasó al Valencia en 1980 por 800.000 (ya estaba a 71), y el Peñarol lo recuperó en 1981 por 1.029.000 (a 88). El dólar. La vida. "Hay muchos problemas económicos en el fútbol uruguayo -comentó durante su recien te estancia en España para jugar varios torneos veraniegos-. El Peñarol me debe 250.000 dólares (de los de agosto de 1983) y es prácticamente seguro que me traspasará al final de la gira que realizamos por Europa".

Difícilmente habrá traspaso ya.Antonio Torres, un defensa venezolano de corta técnica y malos modos, le rompió la pierna por dos sitios, tibia y peroné, hace unos días, en su campo Centenario de Montevideo. Uruguay, en partido de ida de la Copa América, ganó cómodamente a Venezuela por 3-0, pero sufrió la pérdida de su número uno.

37 años de sindicalismo

Porque Morena no sólo golea en el terreno de juego. El carisma entre sus compañeros le llevó a la presidencia de la denominada Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales, entidad existente desde el 6 de agosto de 1946. Los jugadores, al menos, están agrupados en torno a su asociación. "La Mutual no tiene por qué ser un gremio de problemas, pero es fundamental que vele por los intereses de sus asociados con toda la fuerza legal de la que disponga. Hay un Estatuto del Jugador entre la federación y la asociación, y sólo hay que exijir que se cumpla. Cuando no es así se plantea un juicio y se soluciona el conflicto. Hasta ahora los futbolistas han ganado todos los recursos presentados, simplemente porque tenían razón".Y porque "la unión es fundamental. Y también la personalidad individual de todos los asociados. Fíjese lo que ha ocurrido en Argentina con Fillol. La unidad de los futbolistas argentinos ha sido el fundamento esencial para solventar el grave problema del portero internacional y de los jugadores del River Plate".

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