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Varios congresistas exigen la supresión del boxeo

La muerte del boxeador mexicano Kiko Bejines el domingo en Los Ángeles, a consecuencia de los golpes sufridos en su combate por el título mundial de los pesos gallos, contra el norteamericano Alberto Dávila, va a relanzar en Estados Unidos la polémica sobre la existencia del boxeo. América, y más concretamente Estados Unidos, es su principal reducto, casi intocable aún, sin que se haya resentido demasiado del declive mundial por su brutalidad confirmada. Mientras varios congresistas han pedido una nueva investigación otros exigen ya su supresión.

Los próximos viernes y sábado se disputan otros dos títulos mundiales, el de los superligeros versión Asociación Mundial, entre Pryor (EE UU) y Argüello (Nicaragua), en Las Vegas, y el de los pesados, versión Consejo, entre los norteamericanos Holmes, campeón, y Frank, aspirante, en Atlantic City. La sombra de la tercera muerte de un boxeador en tres años, después de ser derrotado en combate por el título mundial, planea nuevamente. El gallo galés Johnny Owen murió precisamente en Los Ángeles, tras 44 días en coma, en septiembre de 1980, y el surcoreano Duk Kookim, luego de cuatro, en las Vegas, en noviembre del año pasado.La Asociación Médica Americana ha pedido que sea votada una ley que proteja a los boxeadores. La Asociación insiste, especialmente, en la necesidad de una gran información sobre prevención, datos y medios en las ciudades donde se disputen combates. Asímismo, varios congresistas han reclamado la creación de comisiones para estudiar problemas específicos del boxeo e incluso algunos llegan ya a exigir pura y simplemente su supresión.

Según la famosa revista The Ring, más de 340 boxeadores han muerto desde 1945, 50 de ellos desde 1970. El Consejo Mundial, en un afán de suavizar lo que sólo se conseguiría suprimiendo totalmente, redujo la duración de los combates de 15 a 12 asaltos después de la muerte de Kookim.

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